jueves, agosto 03, 2023

REYNALDO PÉREZ SO Y RAÚL SEGNINI


REYNALDO PÉREZ SO
Y
RAUL SEGNINI





PALABRAS PARA REYNALDO PÉREZ SO
SIN HABERLO CONOCIDO
NI HABER LEÍDO SU OBRA

 

¡Hay tantos que no conocemos
y tantas obras que no hemos
podido leer!
 

Y sin embargo cuando
de pronto los encontramos
sentimos que hemos
perdido una voz imprescindible

 
Ir conociendo la escritura de Reynaldo me llevó directamente a un poeta tachirense, de un solo libro, cuya escritura la vinculé de inmediato a Reynaldo Pérez So: Raúl Segnini, quien nació en 1940, en el Barrio El Carmen de Maracay. Se nos marchó un 27 de octubre de 1998, a los 58 años. 


Una obra que tuvimos el privilegio de publicar y de prologar en 1996: EL OTRO SILENCIO. Y este es el poema que me lo acercó a Reynaldo:  
 
 


“¿El sacrificio valoró la pena para ritual de cantos?
No sé.
Estoy hecho para las noches, para la soledad de mis cosas
y para seguir rompiendo mi nuevo ritual
descendiendo en el calendario oficial de mis trampas.
 
¿Habrá cálculos en los 20 años fabricando mis ritos
con sus nombres no llamados?
 
Posiblemente:
cuatro ritos mágicos están amarrados a la furia
y a un sueño ligado a mis palabras como santuarios.
 
Toda palabra tiene la muerte en la vida,
toda fuga y contrafuga esconde la historia.
En mis palabras está zozobrando la vida.”
 


NOTA DE MERY SANANES


Y se me ocurre decir que ese sueño, ligado a sus palabras como santuarios, prevalece, de alguna manera u otra,  en todos aquellos que escribimos. Y en esa palabra fracturada, a la vez que sencillamente profunda, nos dice más del poeta, que cualquier trabajo biográfico. Porque es allí en esa piel del aire, desde donde se escribe.

 

Y cuando se es niño, que crece poeta, no entre libros, sino en las estanterías del paisaje, la flor de la lluvia, el rocío del bosque y también de las carencias, las penas, y las alamedas cerradas, su palabra cobra una envergadura que no entra en las clasificaciones de los libros.

 

Sólo se derrama, aun sin saberlo, sobre una humanidad ausente que sufre y vive lo mismo, en el mismo silencio. Una palabra justa a la medida, que no se corona con ajuares de estrellas ni de ese oleaje transparente con el cual el mar recibe al río.

 

Aún no conozco a Reynaldo ni a su escritura. . Y sin embargo subsiste en mí, una fuerza interior, que me ordena dejar en el viento, en el cual ahora transita, este reconocimiento tardío, este acercarse a los ojos de lo imposible. Y creer que algo de lo que soy, lo alcanzara en ese su viaje, al vivir que aún no es.

 

OTROS POEMAS DE RAÚL SEGNINI

 

FRAGMENTO 7

 A mi entender, siempre ocupamos el mismo espacio.

Rebajado cuando los otros quieren y cuando todo lo posible
para el humano maltrata la quietud de lo prescindible.
 
Veo que todo se presta. Se confabula. Se desorganiza.
 
Que a la esperanza la tratan como un desdén maltrecho.
 
Que todo lo nuestro, ha permanecido no entre todos.
 
Que hay desliz impertinente entre la vocación del joven y del adulto sin que se diga la mortalidad que desgarra el sentimiento.
 
Que no hay perdón para el amor y el dolor juega a la muerte con garrote. Pero aquí no muere el entusiasmo ni el provincial deseo del comediante.
 
Todos poseemos una fábula y con ella nos entretenemos.

 

MI OFICIO FUNDAMENTAL

 

Por oficio tengo el que parece ser más sincero.
Viviendo habitante y habitado por todos los rasgos
más enérgicos del montaraz momento.
 
Me digo aproximarme
a la concordia,
a la discordia,
a la faja del presagio,
a los relatos humedecidos del pudor,
a la campanilla distorsionada de
la “libélula” en la llama.
 
 
Me digo al oficio,
incipiente, quejumbroso,
lastimoso del sentir,
tradicionalmente ajeno del bosquecillo ideal
para los padeceres,
para los que mueren enterados en ingratas
consecuencias,
para los que no sienten la discordia,
en monopolio, el amor al deber
y los ayunos próximos merodeando intereses.
 
El hombre tiene todo,
pero le falta algo ¡todo!
y entre todo,
el oficio de lo que parece más sincero.
Sin embargo, Yo,
me aproximo...
¿Adónde? ¡No sé!
Tal vez, al Oficio…
 


El otro silencio
Caracas, CPT-CEHA-UCV, Colección Recados del Sol, 
1996


POEMAS DE REYNALDO PÉREZ SO

 

Los que soñamos
sentimos el sueño más hermoso
 
nos morimos temprano
porque no somos sueños
ni pájaros
y el aire nos pesa
 
sin embargo con todo
volvemos cada noche
 
para morirnos de otro sueño.

***

 esta es una silla

sólo una silla
en ella
se sentó mi padre
todos
ahora
está sola
sin nadie
una silla
 

***

 hay lugares
que se prolongan
donde nuestros cuerpos
pesados se inclinan
y
una gran caída
nos estremece.

 

***

 el hombre no se parece a la lluvia

el hombre camina
piensa
y se multiplica
la lluvia
vive arriba
y baja y se retorna
 
nosotros hablamos y morimos
 
la lluvia es otra cosa.
 

***

 vase el cuerpo
la casa
se va también
el amigo
 
ya
 
abandona aprisa el día
sin que entienda
la gravedad del cuerpo
 
no queda sino la puerta
que no se mueve
 
cuando el día
ahora se ha cerrado.


***

 
he dejado que la muerte
me socave
no he hecho nada
 
no puedo recobrarme
y acepto mirar
el sol cada mañana
 
y a cambio he podido
poner la mesa y
sentarme a comer.
 
***
 
mi casa está como un
muerto
sola
 
nadie sino yo sobre una silla
 
el viento sopla sobre
el patio
 
la casa no responde
ni yo
sobre la silla.
 
***
 
me despojo del domingo
y me cubro de espanto
hablando solo
junto a estas casas
 
hoy como este día
 
cúbreme árbol
cúbreme
 
***
 
De no estar tengo un aire
semejante
al espejo donde no me miro
 
suena la puerta y no estoy
les respondo callado
que no estoy en los campos
ni el sueño me deja
 
***
 
mi mejor mano con sus ojos
sobre mi boca
sintiendo a dios redondo a una cuarta
de los dedos
 
suyos sintiendo
mirarse en el movimiento
 
 la cueva es un misterio del corazón
lava el corazón y lo cubre
con la mano hasta sentirlo
una y otra vez en su pulso
porque su asombro es tocar
paredes por donde de nuevo
su mano quisiera devolverle
algo que no sabe sino tocar
 
***
 
él
no tiene un espejo
no tiene un espejo
se responde
él
cuando
su mano
se apoya
en su otra
mano
 
tibia
una
fría
la otra
 
***
 
no se aturde
no espera
no se deja llevar
 
no se inclina a sí mismo
solitario
está ahí
quieto
 
***
 
  
gracias a dios que no existe
sino en este momento
que lo necesito
 
subiendo un ascensor
me atrapa en su caja
y la luz artificial
desciende mientras sube
 
a un piso desconocido
entre infierno
y tierra
donde dios nos supone
hermosos y desgraciados
 

Recopilación de
El Diente Roto
Literatura Venezolana
 

 

02/08/23

 

 Mikis Theodorakis
Adagio
Sinfonía No 1




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