Cuando la noche se vuelve
ronda entristecida en su paso
por el balcón es porque hay un
corazón herido y lastimado que
ya no cuenta siquiera con un
pedazo de la luna que se quebró
en los recintos de la soledad
que buscaba el amor que se
había ido de fiesta hacia los
territorios en los que Dios se
ocuparía de apaciguar el tiempo
de espera de las añoranzas frugales
de los seres que viven para quererse
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