lunes, septiembre 05, 2022

DESDE EL ADAGIO DE LAS LÁGRIMAS





Este texto fue escrito y publicado inicialmente en el 2010.
Al volver a subirlo 12 años después quise dejar este agregado
que quiere reiterar lo entonces expuesto desde este tiempo
y la tarea que a todos nos corresponde en este mundo
de destrozos y muerte permanente

El hombre común y sencillo, puro de corazón y conciencia se enfrenta cada día a la desmesurada disonancia de su propio desvivir. Entre la belleza anónima y espontánea de su alma y el estruendo de la muerte desplegada en cada uno de sus territorios.. Y de allí que nuestra voz se columpia entre ambos, porque están indisolublemente sellados. Los días de flor son aquellos en los que abastecemos de viandas el alma. Y se despliegan sobre un mundo lleno de penas. Ambas carecen de sentido si no se juntan. Y las lágrimas son lo más cercano a ese derramarse sobre la vida, con la piel amordazada de una pena colectiva que no desaparece sino que se acrecienta, cada vez más, a veces sin siquiera advertirlo.

El texto que hoy dejo trata sobre esto. Fue escrito y publicado en el 2010 y apareció en MediaIsla, por la generosidad de René Rodríguez Soriano. No le cambiaría ni una sola palabra. Es largo pero necesario. Es duro pero intransferible. Aquí lo entrego. Si el tiempo se les hace breve, guárdenlo y lo leen cuando puedan. 

No es mi voz la que habla, es la de todos los que batallamos por la vida, asidos a un anzuelo invisible, desde el fondo del mar. Tanto de eso nos ha enseñado León Felipe.

AUDIO DEL TEXTO



El festejo de la muerte, cualquiera que ella sea, nos degrada como seres humanos y nos convierte de algún modo en asesinos también. No importa las justificaciones, las excusas, los razonamientos ideológicos o políticos. La muerte es una pesada carga que llevamos a cuestas y de la cual no podrá deslastrarse esta sociedad.

Creímos alguna vez que había un crimen justificado y otro que no lo era. Creímos que se podía comparar una muerte con muchas muertes. Y que había un crimen que detendría los otros crímenes, y que así alcanzaríamos una tierra sin asesinatos.

UNA IMAGINERÍA INFÉRTIL

Pero fue una imaginería infertil, un sueño irrelevante, que llevó a tantos a dejar sus propias vidas en luchas completamente desiguales, creyendo que con un fusil o una piedra en la mano podriamos detener las huestes de la muerte que vienen atropellando lo que somos desde tiempos inmemoriales.

Cuán equivocados estuvimos. Hoy sabemos con gran tristeza que la masacre sólo trae masacre, que el crimen sólo genera más crimen, que la violencia desata los demonios y que nunca se podrá construir una sociedad distinta si esta se erige primero en vengadora que en constructora.

TODO ESTÁ INMERSO EN UNA
SENTENCIA DE MUERTE

Todo, absolutamente todo, aún aquello que quiere referir la plenitud de la vida, está inmerso en una sentencia de muerte. Ni los contratos sociales ni los individuales, escapan a esta especie de designio que el hombre lleva sobre sí como una acusación permanente.

Todo lo que hemos erigido y de lo cual creemos sentirnos orgullosos y satisfechos, se levanta sobre la muerte calculada, planificada, proyectada como una estadística sobre quienes no tienen nombre sino que conforman una entidad en la que nadie quiere reconocerse. Por consiguiente, se convierte en una parcela absolutamente vulnerable, sin dolientes, que cumple a cabalidad su papel de servir de instrumento para la vida de los otros.

¿EN QUÉ GEOGRAFÍA SE
ATESTIGUA LA VIDA?

Pero ¿de qué vida hablamos? ¿Dónde, en cuál esfera, en qué geografía se atestigua la vida? Si no somos más que dóciles estructuras que un hilo invisible mueve, sin que advirtamos que nada de lo que hacemos, pensamos o decimos, tenga poder para anularlo.

Los parámetros de la vida están tomados cada vez más por las más disímiles formas de muerte. La sobrevivencia es un hecho anecdótico que a nadie atañe. Está estampada en cada imagen, cada rostro, cada paisaje quebrantado, cada desahucio.

UN SUEÑO DETENIDO EN LAS FRONTERAS
INVERTEBRADAS DE LA MUERTE

Y la humanidad, ese sueño de un hombre a la medida de sí mismo, sacerdote del hombre, dueño y señor del universo, resplandeciente evidencia del más alto grado de desarrollo de lo vivo, se ha quedado detenido en las fronteras invertebradas de una muerte que no cesa.

Todo lo que lo antecede y prosigue a esa humanidad goza de una armonía que le otorga a cada parte la función primordial de pertenecer al todo.

Desde la más mínima expresión de lo vivo hasta los más altos estallidos de soles que ni siquiera alcanzamos a imaginar, cada diminuto engranaje cumple una función sin la cual el siguiente no podría funcionar.

Cada entidad, por microscópica que sea, tiene la belleza de lo insustituible y de lo infinito.

Nada hemos ganado con asomarnos al interior de nosotros mismos, a esa mágica y encantada maquinaria de la que estamos hechos, que se acomoda, acuerda, a cada improperio y desazón para restablecer el enjambre de la vida que cada día agotamos, desenfrenamos, desechamos.

APENAS SOMOS UN ÁTOMO INSOLVENTE

Tampoco con ser observadores asombrados del universo, de los cielos resplandecientes, de las auroras conmovidas, de la exacta geometría de los astros, las galaxias, las vías lácteas, de ese horizonte extendido hasta el siempre en el cual cabalga la vida como una lámpara encendida de esperanza.

No hemos sabido ocupar nuestro espacio en esa gigantesca estructura de la vida de la cual apenas somos un átomo insolvente.

¿Qué ha ocurrido? ¿Por que son las fuerzas de la muerte las que siguen enseñoreándose sobre los haces luminosos de la vida? ¿Para qué nos sirve esta conciencia si no somos capaces con ella de despertar al ciego, de detener la pólvora, de clausurar las espitas del sufrimiento, el dolor, la desesperanza?

Allí, en ese vasto espacio donde la muerte se enasta, la vida nunca ha dejado de existir como un grito en el vacío, un expediente al dolor, un testimonio de lo que en verdad reside en el corazón del hombre.

TODA LA BELLEZA ESTÁ EN LA TIERRA

Toda la belleza de la tierra puede medirse en el gesto largo de la madre que le siembra florerías al hijo mientras rebusca el pan que ha de mitigar su hambre.

En el joven rebelde que un día decide enfrentar la injusticia sin escudo ni espada, ni manifiesto ni filo, para restablecer el vínculo fraterno entre hermanos.

En el que pinta girasoles mientras la sociedad lo suicida. O el que mide cómo crece el dolor a treinta minutos por segundo y la condición del martirio, carnívora, voraz, que nos duele doblemente.

LA DESDICHA SIGUE SU CURSO
VERTIGINOSO

Crece la desdicha, hermanos hombres, más rápido que la máquina, dice César Vallejo. Y aún no la hemos detenido. Sigue su curso vertiginoso, como si se hubiesen invertido los términos y lo prevaleciente fuese siempre la muerte sobre la vida.

Todo se concatena, se asemeja, aún en sus contrarios, para dejarle el camino abierto a la destrucción, al avasallamiento, a la devastación.

Y el hombre se ha convertido en esa máquina que debió servirle para que tuviese más tiempo para mirar las nubes o indagar en el camino de los caracoles de tierra y que sin embargo lo convirtió en carruaje impulsado por caballos de tiros.

Se deshizo de sus suspiros, entregó la risa a cambio de una moneda, dejó ir los sueños encerrados en un barquito de papel sin agua para navegar.

Entregó el asombro a cambio de creerse dueño del conocimiento. Olvidó la conmoción del beso primero y devino extraño, que es como decir, encerrarse en las murallas que otros le levantaron.


SE SECARON LOS RÍOS
SURCADOS DE NAUFRAGIOS



Se quebraron los espejos de la magia, los ríos se secaron surcados por naufragios, la mercancía de la muerte tomó por asalto los mediodías y ya casi ni sabemos distinguir entre la luz y las sombras, porque nuestros ojos y sístoles dejaron de acompañarnos.


Este tiempo sin imaginerías que deja a oscuras el planeta, que deja al universo despojado de la insustituble cosmovisión humana para la cual fuimos hechos, que deja desasistida la cadena de la vida, nos hiere como si un día supiéramos que dejaron de resonar en el viento los laúdes del amor, que los cellos se quedaron sin cuerdas, que se quebró el canto en la garganta del hombre, que más allá de las pupilas nada quedó que no fuera astillas de un espejo que jamás miró.

UNA TAREA A CUMPLIR POR
SOBRE LAS PARCELAS REMOVIDAS

Y entonces este tiempo se nos vuelve una envergadura, un sollozo sin dirección, un extravío del querer y una tarea a cumplir, por sobre todas las lágrimas vertidas, las parcelas removidas, las líneas divisorias con las cuales nos cercaron, dividieron, separaron y escindieron.

Se nos vuelve un atardecer desde el cual inventar un amanecer distinto, una florería colosal, una imaginería que contenga cada uno de los dones que nos fueron depositados en los pliegues de los músculos, en los entresijos de las vértebras, en el cuenco de un fuelle capaz de trasmutar el humo negro de los disparos en brisa marina, en archipiélago de amores, en recinto de cauces musicales.

IR DESDE EL ADAGIO DE LAS LÁGRIMAS
AL ANDANTE ALBARICOQUE DEL MAÑANA

Si cada uno, desde el espacio secreto de nuestras ilusiones, allí donde un tremor antiguo nos da la medida de lo que somos, donde el espejo rehace la imagen del otro para que en ella veamos la exacta especie que nos define.

Si cada uno desde el adagio de las lágrimas decide hacer travesía por el andante albaricoque de las gestaciones más altas, tal vez algún día, en los tiempos que vendrán, el hombre vuelva a erguirse sobre sus pies, reconstituir el largo andamiaje que lo trajo hasta aquí, soltar la flauta de su risa y el compás frenesí de sus amores hasta establecer al fin la vida sobre la muerte en un planeta desbordado de imaginerías hasta el siempre de la alegría que aún no hemos podido extinguir como respiro de esperanzas y porvenir.

31 de agosto del 2010. 
mery sananes



Este texto fue escrito hace muy pocos días
y fue publicado en la revista digital Media Isla,
el sábado 28 de agosto del 2010.

Hoy, dos dias después, 30-08-10,
al conocer la muerte de Franklin Brito
queremos difundirlo dedicado
a ese productor agropecuario que tuvo
la osadía de enfrentar al régimen
con la sola arma de su voluntad y disposición
a morir por desafiar la injusticia.

A él, como a Orlando Zapata, como a tantos otros
obligados a huelgas de miseria, desahucio,
y vejamen, que desaparecen violentados y destrozados
con todas las muertes posibles
y cuyos nombres no quedan en registro alguno,
dedico este papel, escrito desde el adagio de las lagrimas
para convocar a un tiempo y a una conciencia distintos

ms

23 comentarios:

Anónimo dijo...

Mi querida profe, gracias por compartir ese adagio de las lagrimas, unas de dolor otras de incomprensión ante lo que vemos. Ojala con ellas podamos regar esas florerias de un mundo distino, un mundo mejor donde estas lagrimas se olviden y las unicas que tengamos sean las de la plena felicidad.

Un Abrazo

MEGB

Anónimo dijo...

Solo un brillante cerebro puede en pocas palabras algo tan tétrico y tan verdadero, mi más humilde felicitación, me inclino ante la poéta, gracias por enviarme el correo, con cariño, Miguel Ángel Gil

Anónimo dijo...

Sin conocer personalmente a Franklin Brito, peeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeero con una gran empatía que tuve con él, puedo sentir la gran dignidad de un ciudadano venezolano,,,,,,,,,
Me uno a este “Adagio de lágrimas”, y que hacen que mis lágrimas también cubran gran parte de mi rostro por Franklin Brito
QEPD

LK

pankarta dijo...

Todo está bueno menos la palabra muerte con que injuriamos a la vida, aunque la muerte en tempestad se abra desenfrenada, hambrienta, enfurecida. Todo está bueno menos la palabra muerte en los callejones escondida, la hiena que a la vida descalabra dejando su fiereza esclarecida. Ya es hora que la muerte cambie nombre, que la vida recobre su apellido y que al fin le aparezca vida al hombre. Mientras la vida irrumpa en estallido no habrá quejido humano que se asombre de eso que llaman muerte sin sentido. Detente, loca muerte, vil, artera. Detente allí en la acera por ahora. Detén, tú, muerte, la llamada ahora que voy camino de la vida entera. Detén, tú, muerte, la brutal carrera con que cargas a todos en la hora en que la vida estalla y nos aflora la crepitante fuga de la espera. Detente, muerte, por favor, detente. Te lo suplico al filo de la muerte. No te vengas así tan de repente. Estoy muy lejos de ganar la suerte. Me falta tiempo, tiempo simplemente para ponerle trampas a la muerte.

Pablo Mora

Anónimo dijo...

Mi profe, hoy el deudo tiene un nombre, pero cuantos deudos más hemos de sumar en este escenario de terror, miedo, muerte y lagrimas con el que convivimos, para descubrir que la vida es siempre más rica y sutil que las convicciones políticas e ideológicas....Quiero continuar abrigando esperanzas por mejores días que vendrán.

Un abrazo, Ketty

Freddy Aguirre dijo...

Septiembre 05 2022

Estoy impresionado del Adagio, es un texto para meditar lo ocurrido con tantas personas inocentes que fueron violentadas por la barbarie que ha sumido nuestro país en una nube de desasosiego, atraso y crueldad

Administrador dijo...

Gracias Freddy por tu reflexión. El tiempo pasa y sólo quedaría agregarle más párrafos al ese texto. Porque en verdad sólo avanza la muerte interminable. En mucho agradezco tu presencia y tus palabras.

Administrador dijo...

Lo sé mi querida Carmen Lú. Nunca dejas de leerme. Te envío muchos abrazos.

Silvia Helena Failache dijo...


Lo comparto amiga. Lo veo pronto. Gracias

Bell Jordán dijo...


Es divino Mery Sananes, las necesarias palabras para entender que la vida está en la tierra. Precioso! Gracias por tus letras. Un abrazo! ❤

Administrador dijo...

Gracias por tus palabras, por tu presencia, por todo lo que compartimos. Abrazos. mi querida Bell.

Juan Parada dijo...


Simplemente impresionante. Nada como estas expresiones tan sentidas y profundas sobre el devenir en disertar.

Administrador dijo...

Gracias Juan, como siempre, te acercas y capturas mi decir y en mucho te agradezco las palabras que me dejas.

Raiza Andrade dijo...


Qué lucidez Mery, esa muerte en la que nos se podría erigir la vida. Cómo te amo y admiro. Ya no hay palabras sino signos para celebrarte !!!!!!!!!!!!!!!

Administrador dijo...

Nos queremos Raiza a todo dar. Desde hace mucho. Nuestra Zaira nos sigue iluminando y bendiciendo. Y sabes bien cuánto me significan tus palabras. Abrazos emocionados.

Ana Rita Tiberi dijo...


Lo leeré querida Mery.

Administrador dijo...

Lo sé mi querida Ana Rita. Es el nuestro un lenguaje común que cuidamos y compartimos. Nada que no esté ya inscrito en tu corazón.

Alicia Pais de Pesadillas dijo...


Leído, Mery, y totalmente de acuerdo:
"Cuán equivocados estuvimos. Hoy sabemos con gran tristeza que la masacre sólo trae masacre, que el crimen sólo genera más crimen, que la violencia desata los demonios y que nunca se podrá construir una sociedad distinta si esta se erige primero en vengadora que en constructora."

Administrador dijo...

Gracias Mi Maravillas. Sé bien que compartimos mucho, que uno habla a través de una voz común. Una voz que haces tuya siempre. Te abrazo emocionada y te abrazo con el afecto creciente que nos nombra.

Isabel Ramirez dijo...


Lo guardé Mery hoy es ya tarde para mi.

Administrador dijo...

Abrazos mi querida Isabel.

Silvia Libkind dijo...


Mery Mi queridísima amiga tu poesía va contigo Siempre! Cada palabra tuya , llena de compasión y amor puro!
Con seres como vos el mundo mejora.

Administrador dijo...

Gracias Juan por estar, compartir y dejar tus bellas palabras.