martes, enero 27, 2015

EL PRECIO - ANNA ROSSELL


Auschwitz
campamento liberado el 27 de enero de 1945
hace hoy 70 años


Ese precio, incalculable, indescriptible, inconmensurable, cada horror lo ha ido cincelando sin piedad alguna. Cada herida infringida sin misericordia a un hombre, a diez hombres o a millones de hombres. Pero a pesar de ser tan alto el precio, tan deleznable la acción que subasta esa alma y su cuerpo,  no hemos logrado que el horror cese. Y en ese proceso interminable, repetitivo, atroz y a la vez único, siente uno que el precio ha sido la propia alma, convencida de que ningún sentido tiene lograr un día más de vida, si aún apilamos muertes como si fuesen desechos.

La necesaria memoria del horror debe llevarnos a un ¡nunca más! del cual no logramos siquiera estar cerca. Y cada herida nueva es como si todas las heridas a la vez resonaran en un aire que ya no es respirable. Escribir ¿para qué? No queremos ser cronistas de la muerte, sino constructores de surcos. Pero la tierra toda parece estar convertida en una inmensa sepultura. Tan inmensa que ya no logramos distinguir los vivos de los muertos.

Y ante la tragedia avasallante sólo queda convocar la vida. Y para que esos huesos sin nombre, y tantos otros que ni la memoria ya puede identificar, dejen de ser cal y olvido, hay que ir a rescatar la vida que aún queda y que esta resguardada en ese silencio estremecedor que queda vibrando después del ultraje.

Un silencio que hay que comenzar a modelar en canto. Un grito sofocado en la garganta que hay que trasmutar en música, otra vez. Un dolor que debe convertirse en deslinde, tan claro como el amanecer, entre masacradores y masacrados. De lo contrario, los muertos seguirán enterrando a sus muertos. Y nosotros no seremos sino otros muertos apiñados en filas aguardando nuestras dosis letales de olvido. Sin haber llegado siquiera a calcular ese precio con el que nos sacude Anna Rossell.


EL PRECIO

A qué precio paga un segundo el alma
para lograr un día más de vida?

Los cuerpos desnudos de los míos llenan
mis noches, llenan mis noches los gritos de los cuerpos
desnudos, el pánico de tantos al acarar la muerte, el burujo
de cadáveres de ancianos, niños y mujeres, la ceniza
que me bebe la piel a cambio de un segundo más
de vida.

Y sin embargo no quiero seguir vivo
cuando esta pesadilla haya acabado.
Aquí me he conocido, y ya nunca, ni yo ni nada, volverá a ser
Como antes.

¿A qué precio paga un segundo el alma
para lograr un día más de vida?

Anna Rossell (1951)
De su libro inédito
El vergel de los abedules

Tomado de
In nomine Auschwitz
Antología de la poesía del Holocausto
Estudio, selección y notas de Carlos Morales del Coso



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