domingo, enero 11, 2015
ESTALLAR EN PÁRPADO DE TIERRA
Un
niño nace y el universo entero se modifica. Tan trascendente y tan diminuto
como el nacimiento de una estrella, una galaxia, el retoño de un árbol o la danza de una oruga
antes de convertirse en mariposa.
Todo
se transforma, se reacomoda, traza de nuevo sus coordenadas, para alcanzar la
rosa de la vida. Tú llegas y hasta el aire recompone su composición. Vienes del
silencio de un sueño y alcanzas de pronto una morada de agua. Y allí se produce
tu primer aprendizaje.
El
oleaje que te mece viene ya aromado de hierbas milagrosas. Y allí aprendes a
deletrear el alfabeto del amor. Te lo sembraron tu madre y tu padre y un
diminuto navegante anterior que, en la certeza de que vendrías, había dejado
sus señas en tu velero.
Y
lo que ocurre en millones de años, a orillas del vientre del cosmos, tú lo
alcanzaste en meses. No te sorprendas: todo tú ya estabas inventado. Sólo te
tocaba crecer, desplegar tu estructura de caballito de mar hasta beberte el
agua de los suspiros, y estallar en párpado de tierra.
Así
llegaste y te vi por primera vez, abriendo tus alas al aire para aprender a
volar hasta el regazo de tu madre y el estremecido corazón de tu padre. Tu
compañera de vuelo te aguardaba con esa sonrisa suya que te acompañará siempre.
No
podías arribar a sitio más seguro ni a una geografía más inmensa. Un bosque de
besos, un manantial de leche fresca, un huerto de mieles.
Un
oasis de abrazos en medio de un tiempo que ha perdido la noción de sus raíces y
de su esencia. Esas que tú traes hoy elevadas al infinito de la creación.
No
será fácil, pero tu presencia le ofrenda al universo una esperanza, le dibuja
la elipsis de una ilusión, le otorga tu simiente de guayaba y siempreviva.
Nosotros
te damos la bienvenida con alborozo y alegría. Y acompañamos tus pasos desde
donde estemos, erigiendo ese canto de ruiseñor que queda en el aire aun cuando
ya se ha ido su plumaje.
Te
dejamos esta estación capricornio, cabra marina con cola de pez, hijo de
Neptuno, murmullo de flauta de pan, una luna que te esperó para comenzar a
menguar, un solsticio de invierno, y un solar de lloviznas.
Vienes,
Ignacio Luis, con un cobijo hecho de enredaderas de jazmín y de trinitarias.
Brebaje y coraza para todas tus travesías.
mery
sananes
09
de enero del 2015
Etiquetas:
Ignacio Luis,
MS Atrilerías
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