domingo, noviembre 06, 2016

ALFABETO DE MADRE E HIJO




ALFABETO DE HIJO 
Y MADRE

para jeijei

El comienzo es un manojo de
estrellas derramando sus
aristas de fuego sobre los
glaciares de la noche mientras
el hijo va descubriendo el
alfabeto de la madre

Cada intervalo se desata una nueva
sílaba dejando sus sonoridades
en el fuelle toráxico del universo
la madre canta su dicha y el hijo
contrapuntea convirtiendo su
ovillo en un manjar de rosas

El hijo descubre sus dedos en la
inmensidad del río que lo contiene
y le hace piruetas a la madre
como si fuese un caballito marino

Gira en torbellino invocando
su hora de fuga y la madre acaricia
su impaciencia con zumo de laurel y
cánticos de laúd

Entre ambos el abecedario se despliega
como una primorosa sinfonía que los dos
ejecutan entre timbales y el sonido
largo de una flauta sola que la madre
hace temblar como un vibratto

Y de pronto es como si una tempestad
de cuerdas poblara de armonías el aire
un despliegue de luciérnagas revistiera
la noche un estruendo de verbos
descifrara en el albor todos los misterios

Y un lazo inseparable de entregas
se fragua en el interior de la
vida que queda sellado para siempre

A partir de ese instante el andar
es un paisaje sin límites en medio
de una cartografía cercada una
ascensión hacia los sueños a partir
de una historia insomne un registro
de persistencia sobre orillas sin muelle
con un equipaje sólo cargado de
semillas de granada y aromas de azahar

Y con ese desbordante tesoro de hierbas
grabado en los pliegues del paladar
la potestad libertaria sobrevive
la devastación de estos misereres
sin lumbre para dejar sobre ellos
las señales de un linaje de humanidad
que cabalga permanente sobre los
acordes de un Egmont

Se cumple así el ciclo que va desde
aquel recinto acuático hasta éste de
lagos serenos en los cuales la madre
asida de la mano del hijo atempera
el tiempo con su racimo de versos y
sus comederos de alegría sobre el
suspiro incesante del amor mientras
el hijo talla sobre la ingravidez del
presente las huellas de un porvenir
que aún es sólo liturgia e invocación

Y por todos los caminos hijo y madre
andarán tejiendo alas que servirán
para recoger los susurros que cada uno
lanza en diáspora y que serán llevados
a los puntos de requisitorias donde
se establece la manera de transitar de
quienes aspiran hacer del vivir el  
verdadero e irrenunciable oficio de los
cultivadores y orfebres de la vida






 06 noviembre 2016
texto y fotos 
mery sananes









4 comentarios:

Juan Jorge Blanco Sananes dijo...

Mama, solo saberme acreedor de la inspiración que te hace hilvanar una poesía como esta, indescriptiblemente hermosa y con un mensaje que permea tan profundo, llena mi corazón de regocijo y me hace sentir el mas feliz de los hijos del universo. Muuuuucho !!!

Carolina Laffont dijo...

Profe, poeta, madre, esposa, abuela, amiga, con un inmenso corazón, que hermosas palabras para manifestar ese amor madre-hijo, que orgullo JuanJo ser la inspiración de este poema y tener una madre habilidosa con su mente y manos para enhebrar estos textos que además en su fondo van tan cargados de amor del bueno. La felicito super hermoso y felicito a JuanJo por está tremenda mamá, disfrutela dándole lo mejor de ti siempre. Muchoooo

Anónimo dijo...




Y por todos los caminos hijo y madre
andarán tejiendo alas que servirán
para recoger los susurros que cada uno
lanza en diáspora y que serán llevados
a los puntos de requisitorias donde
se establece la manera de transitar de
quienes aspiran hacer del vivir el
verdadero e irrenunciable oficio de los
cultivadores y orfebres de la vida


Celebrar la Vida

Pablo Mora


Reconocer de una vez por todas que la mayor dimensión por el hombre conocida: la vida. Disponernos a celebrar el nacimiento de una mariposa, la desbotonadura de una flor, el asomo del grillo por el postigo. Acampar en el lugar donde de verdad habita la vida, lejos del hospedaje del atroz horror. Ocuparnos de la risa clara del niño, del aplauso de los pájaros, del latido vegetal del bosque, de la confesión del relente matutino, del grito del amor en la montaña, del abrabeso de la noche insomne. Dejar que las cosas sean. Oír las quejas de las cosas. Sentir los reclamos del hombre, del río, de la fronda, de las aguas procelosas o lustrales. Abrirle la ventana al día.

Comprometidos con la misma causa, los hombres, poetas aliados con la vida, en identidad suprema, no usamos la palabra para que nos acaricie, la tomamos para que acaricie el mundo. La verdad, la belleza, la justicia, la piedad. En comunión de palabras, transmutamos el horror. Tratamos de que las imágenes dancen en las palabras como mariposas niñas en los párpados de un bebé.

La orden del día: fraguar, festejar la vida. Apuntalar. Enarbolar la vida. Debatir la vida. Entusiasmar la vida. Por cada llanto, levantar un camino. Por cada acoso, encender una esperanza. Una luz, por cada oscuridad. Oír el amanecer. Escuchar al azulejo. Dejar que el azulejo ilumine el canto, que la llama —el insaciable fuego de la vida— sea nuestra. Acercarnos al dolor del día. Servirle a la vida. Rescatarla. Liberarla. Ejercer la vida. Lidiarla al alimón, al quiebro, al cuarteo. Perseverar en la defensa del pan, la libertad, la disidencia o convergencia. Que al tiempo que el mundo esté impregnado de algo, logremos nosotros impregnar a alguien. Que no sean sólo sombra nuestros días sobre la tierra.

Reconocer que no se trata de ser rico o ser pobre, necedades no más del hombre. Importa la completitud humana. Enriquecer el mundo a partir de nuestra propia realización, compromiso, acción. Abrirse a los horizontes de una utopía donde nos dispongamos, como fuerza naciente, a rescatar la dignidad de la palabravida, en solidaridad creciente. Lejos de una egocracia fatua, insustancial, intrascendente, enrumbarnos hacia una ego-cocreación con miras a alcanzar la máxima sociocreación que el aquí y ahora nos demande. Decidirnos por el fortalecimiento de una corporeidad psicosocial tal que sea capaz de construir el cuerpo real del hormigón histórico, donde tengan vida por igual el silencio del bosque, el sueño de la máquina y el estupor del viento.

Complacerse en el rumor de la ciudad, conscientes del hermano que duerme, gime o espera. Vislumbrar el hombre nuevo, aquél que un día soñamos ser. Antes que asirnos a una fe única, a una doctrina única, explorar la posibilidad de un consenso que, partiendo de la devastación horripilante del momento, conduzca a la concreción del proyecto en el que la danza de la vida signe la esperanza, el renacer de una humanidad nueva, donde conciencia y fraternidad apuntalen todo progreso, todo porvenir, altibajo, desafío, logro, rejoneo, “fundando una sociedad de hermanos, en nuestra casa, en el trabajo, en la calle, en el país y el continente, en el planeta que se quiebra.”

Anónimo dijo...



https://www.youtube.com/watch?v=ME4-mEkA8Nw