sábado, noviembre 19, 2016

TERRITORIO DE ALMAS


TERRITORIO DE ALMAS
Juan Guerrero

Si tenía curiosidad por leer un buen libro de poesía y que esperara recibir con ansiedad, ha sido este de Mery Sananes, "Palabras conjugadas" (2016).

Celebro su edición que sorprende por muchas razones. Una de ellas, su sencillo diseño y el tiraje de 1500 ejemplares.

Lo otro es encontrar la voz poética de Mery Sananes (1942) hablando desde el alma de las cosas. Y particularmente, desde la esencia misma de la palabra. Por ello, catalogo esta obra como de revelaciones, de esencialidades y asombros. Hay una constante búsqueda por esa palabra que se atreve a ser colectiva, de participaciones y alegrías. Y en la construcción de un lenguaje para otorgarle voz a ese hombre que vendrá. Ser amoroso y esencialmente libre, morando en el bosque de la vida.

Sananes no introduce nada nuevo a su trazo escritural de siempre. La leímos en Tiempo de Guerra (1968) donde aparece su discurso poético desde la cotidianidad de una vida alterada por los acontecimientos de la violencia. Ese escenario donde la muerte ronda mientras se esperan noticias de los compañeros. Mientras se piensa y sueña un país de libertad.

Y en Palabras conjugadas el centro del libro es la palabra y sus extravíos. Convertida en eco y ruido que confunde y delata la soledad del hombre. Palabra seca de alma y ruinosa en su diaria laceración.

En sus casi 70 textos poéticos, Sananes revisa la vida, esto que somos. No puedo dejar de pensar en mis ancestros. En todo lo que en siglos hemos sido, vivido o quizá, medio vivido. Los textos presentan una vertiginosa película milenaria, ancestral, donde se repiten en las secuencias, palabras y escenas de la vida, como pequeños cuadros en un tiempo lúdico de ese paraíso que fue nuestra tierra. No sería descabellado afirmar que por algún tiempo, el territorio del oriente fue confundido con el mismo Paraíso terrenal. De ahí aquel primer nombre, Tierra de Gracia.

La palabra poética en este libro discurre en un fluir de vocalización que no da tregua. Se asume el verso poético desde su esencialidad. Y solo queda su íntima musicalidad, tono y timbre en su densidad que lacera mientras se interroga o se muestra la realidad de esta vida, lacerante, de aberraciones, pero también de misterios y revelaciones.

Observamos en la hechura de sus textos una composición donde la espontaneidad de las palabras se coloca sin mayor maquillaje estético. Acaso en muchos de sus poemas se repiten temas e incluso, el uso de palabras. Pero es que ello obedece a una intencionalidad del poeta.

Desde nuestra perspectiva de lector, el libro comienza en su último poema, Bocado de rosas: /Vengo de una tierra atravesada de desembocaduras/ bordeada por un mar que espumaba transparencias/ una cordillera poblada de antiguos dioses/ que cuidaban de la flor y la cosecha que/ resguardaban el fuego y hacían cabriolas con el/ viento para que el polen se esparciera por todos/ los costados de un territorio habitado por milagros/ (pág. 91)

Avanza en retroceso su poética para advertirnos, “hay que ir a rescatar una lengua madre que tenga/ sabor a bocado de rosas a pan de siempre a vocablo/ amoroso que invite a compartir la pena y a celebrar/ la plenitud de un devenir de arroyos que desbordan/ florerías en sus orillas sin inundaciones” (…) “la vastedad de un mar único y caribe que se/ extiende hasta un atlántico que conoció el/ verdiazul en las aletas de los peces que cantan/ y las plumas de los tucanes que reverberan/ sus nidos en la torre de los bosques”

Es desde esta esencialidad donde la escritura de Sananes asume una identidad cósmica, de ese barro ancestral para reclamar una lengua que hable de lo primario, eso genésico y telúrico. Y sorprende que en este libro incorpore y también, otorgue contenido a nuevas y antiguas palabras, que en su versificación, deslumbran: “La tierra es una florería”, “en los mariposales del alma, “La muerte se encima”, “la petalería de un beso”, “en busca de un nidal de estrellas”, “emerger en cuarzos desaviamor”, “Hay tristumbres que siempre regresan”, entre tantos otros.

Esta poesía de Mery Sananes nos sigue diciendo, junto con las otras voces ancestrales, de León Felipe, Whitman, que la vida, acaso sea necesario vivirla a riesgo de todo. Celebrarla mientras el dolor, la pena y la tristeza, invaden el alma y oscurecen nuestro lenguaje. Buscar entre las cenizas de nuestro suelo árido y desolado, las huellas de quienes fuimos para nacer a la vida. Nosotros, que acumulamos muertos y andamos desposeídos de la esencialidad del lenguaje, seguimos insistiendo en vivir otra vida: esa donde el trinar de pájaros recuerda nuestro bosque y donde existe un adagio más sublime que el de Albinoni y Marcello. Ahí está la musicalidad para un nuevo lenguaje, la palabra que dé inicio al bautizo de otra existencia, con trompetas, oboes y cellos que brillen desde otro azul, ese azul rizo del rey que se contiene en su propia luz.

La poesía de Mery Sananes nos sigue invitando para asumir otro lenguaje, renovar nuestra palabra ancestral para hacerla presente en este hoy terriblemente humano: “Hoy nos toca escribir el futuro desandar la/ muerte y reinventar la historia que nos fue/ consignada en el átomo cósmico de nuestro/ nacimiento para ver si al fin algún día/ en esta tierra de milagros y encantamientos/ el hombre comienza a ser y a vivir”

No exageramos al indicar que este libro de Mery Sananes introduce en las letras nacionales, una visión esencial de la poesía, y donde su autora es, de los poetas vivos, junto con Teresa Coraspe, de las más importantes poetas venezolanas de siempre.

(*)  camilodeasis@hotmail.com    |  IG @camilodeasis1  


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