viernes, noviembre 25, 2016

CARTA A MARCOS ANA EN SU CUMPLEAÑOS




Hoy se marchó a otras batallas Marcos Ana
Sus huellas quedan indelebles
En su espíritu y su fortaleza
anida el porvenir que siempre soñamos
con construir
y dondequiera que esté sabemos
que sigue trabajando para que algún día
se haga realidad

No lo despedimos porque con nosotros
se queda para siempre


Autobiografía 

Mi pecado es terrible; 
quise llenar de estrellas 
el corazón del hombre. 
Por eso aquí entre rejas, 
en diecinueve inviernos 
perdí mis primaveras. 
Preso desde mi infancia 
ya muerte mi condena, 
mis ojos van secando 
su luz contra las piedras. 
Mas no hay sombra de arcángel 
vengador en mis venas: 
España es sólo el grito 
de mi dolor que sueña


MARCOS ANA, POETA MAYOR

CARTA A MARCOS ANA
EN SU CUMPLEAÑOS
(escrita en el 2009, hoy la reproducimos
en ocasión de su viaje)

¡Para la alegría nuestro planeta
está poco preparado!
Debemos arrancar la alegría
a los días venideros.
En esta vida
morir es cosa fácil.
Hacer vida
es mucho más difícil.

Vladimir Maiacovsky
Poema a Serguei Esenin


Te conocí hace muchas décadas cuando tus versos formaban parte de nuestro mejor armamento de combate. Tu voz, tu ejemplo y la continua enseñanza que mostrabas era para los jóvenes de entonces una lámpara encendida, un secreto talismán, un equipaje que ninguna requisa podía quitarnos. Los llevábamos como si fueran nuestros de tanto enjugarlos ante el horror que nunca ha dejado de existir. Sabíamos ‘y aún lo sabemos’ que mientras un hombre, en alguna parte, no se doblegue y mantenga su estatura de gigante, ante quienes lo acorralan e intentan aniquilarlo, la esperanza subsiste, como un sueño posible.

Y la realidad terminó diciéndonos que eran esas las lámparas a las cuales seguiríamos aferrados, para que los rostros niños que se nos fueron, las sonrisas que quedaron en sepulturas sin nombre, la ristra de ilusiones que el odio convirtió en mortajas, no fueran en vano. Seguimos siendo, más allá de fracciones, discursos y mentiras, de guerras y enfrentamientos fratricidas, de violencias y atropellos, los guardianes de esa memoria, los responsables de ese recorrido de tierra, que aún no florece.

Y tus versos, Marcos, tu vida, la libertad que construiste detrás de los muros, la belleza que no se amortiguó, era y sigue siendo parte esencial de lo que somos. Se entrecruzaban tus versos con los Nazim Hikmet, los de Bertolt Brecht, los de Maiacovsky, Esenin, Miguel Hernández, César Vallejo, García Lorca, Neruda, León Felipe y tantos otros, que no aceptan enumeración alguna. Nos colgábamos de un verso para sobrevivir la tristeza. Nos cobijábamos en un gesto para que nos diera el valor de no retroceder en nuestras ansias de ser pájaros.


Entonces, cómo no celebrarte en tus 89 años. Si hemos convivido contigo tantas décadas sin saber siquiera que día naciste a la vida. Porque nacías con nosotros en la oscuridad de las noches, en el destello de los disparos que alcanzaban al compañero, en la terrible soledad a que quedó reducida la utopía.

Y hoy eres más necesario que nunca. Como son indispensables brazos que, como un bosque, llenen toda la tierra, hasta acabar con todos los tiranos. En medio de la confusión en la que vivimos, entre tantas violencias que nos azotan, entre la prevalencia de los odios, el deseo de poder, el trastocamiento de tantos de nuestros anhelos, tu fortaleza, tu coraje, tu perseverancia, tu ternura, tu amor son esenciales.

Hoy cuando los ametrallados de ayer se convierten en portadores de nuevas y más mortíferas metrallas, cuando los encarcelados de entonces visten hoy el traje de carceleros, y una vez más el deslinde se hace entre discursos y palabras vacías, y no entre la muerte y la vida, entre la humanidad que aún no creamos y el terror que sembramos cada día, hasta sin darnos cuenta, tu capacidad de inventar paisajes donde sólo hay muros, tu visión de amanecer desde la noche larga de tu cautiverio, tu verso vasija desde las sequías de la desesperanza, debe nutrirnos de nuevo.

Tú nos enseñaste cómo arrancarle la alegría a los días venideros y cómo hacer la vida en un mundo donde prevalece la muerte. Por ello, y por tantas otras cosas, Poeta, te celebramos hoy como ayer, como lo haremos mañana, en este largo transitar por guerras ya perdidas, por horrores conocidos, por las estrellas que aún habremos de dibujar, con los pinceles de tus ojos, sobre las corrientes profundamente azules del corazón del hombre. ¡Para que no queden nunca en silencio las cadenas! Y el planeta se convierta al fin en una casa sin llaves, siempre abierta, como el mar, el sol y el aire.

mery sananes

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