RENÉ RODRÍGUEZ SORIANO
Miro hacia fuerasé que no estás afueraporque adentrolaten pájarosy canta un clavella esencia de tu ausencia
René Rodríguez Soriano
Una carta inconclusa es aquella que jamás termina ni
se cierra. Es un ventanal abierto donde todo cabe y que cada día le agrega
nuevos claveles a su vuelo. Es una historia sin final que la clausure porque se
va haciendo desde ese espacio de adentro que permanece inédito aún después que
nos marchemos.
Es una carta que no admite despedidas, que no sabe de adioses, sino de encuentros, que siembra hortensias en el corazón de toda lejanía. Y que en las alas de una mariposa cabalga a su antojo a todos los espacios, con su cargamento de polen y néctar, en busca del alfabeto del viento. Es una misiva sin buzón, porque su travesía está en la brisa, en los cometas de las nubes, en el recorrido de los guijarros y en la música que le tejen los pájaros a los bosques.
Una carta que comenzamos a escribir en el inicio de los tiempos, sin saber quiénes éramos ni donde estábamos. Fuimos tantos y a la vez ninguno. Atravesábamos la historia sin saber dónde nos detendríamos a dejar las huellas recogidas desde el primer jardín hasta aquel huerto de claveles que quedará después que nos hayamos ido.
Nos reconocimos en un niño lleno de rizos y sueños, en las noches cuando los pastores se roban las estrellas mientras cuidan su rebaño. En el paso del alba donde había que decidir si quedarnos en la noche o avanzar hacia un amanecer que descocíamos en tantas espigas como el sol nos regalara.
Nunca hizo falta una carta de identidad y mucho menos antecedentes de tipo alguno. Tú jamás dejabas de inventar historias para estampar alguna señal en las escaleras de la tarde. Yo me desaparecía tras una palabra que aún no inventaba para nombrarte.
Todo cabía en esa acuarela que dibujábamos para despertar a los pájaros, y en los borrones que dejábamos en las páginas para inventarle un abecedario al oleaje y un canal violeta a las tempestades.
Tú empeñado en construir no una MediaIsla sino un continente entero para lanzar al sol las palabras olvidadas de tu tierra. Yo distraída me iba por las trochas recogiendo gotas de rocío y pétalos de flores para entregárselos a los niños. Y nos encontrábamos en ese instante fugaz de nunca vernos, pero para sabernos permanentes hijos de un mismo sueño.
Cuántas notas nunca escritas se quedaron orillando el sabor de los buzones sin que ninguna ave se las llevara a su palomar. Pero una caligrafía marina continuaba destilando las señales de un mañana sin duelos que, sin embargo aparecieron dejando un desmoronamiento sin medida.
Ese día en el que Piero se estrelló contra las ganas que tenía de ir en busca de su hijo Rebel, con un manojo de guirnaldas de amor, se incrustó en tu vida y en la de Carmen como esos agujeros sin fondo que dejan las minas cuando estallan. Y apuraste tus ansias de multiplicar al infinito todo aquello en lo que has andado mientras buscabas mitigar una herida que no se habría de cerrar jamás. Y cada 19 en una página solitaria tú dejabas algunos versos para comunicarte con él y dejarle tus señas.
Aún hoy seguimos pensando que Piero le busca nuevos e inéditos sabores a las cervezas artesanales mientras sueña irse con el hijo a reinventar el tiempo. De esa herida jamás te curaste, aunque no lo hicieras sentir para que el corazón de Carmen no se agrietara aún más.
Y aquello fue como si se abriera una espita de dolores que no cesaba de dejar sus huellas. Entonces fue ese tiempo manso y aventurero en el que Rebel se cobijaba en la biblioteca a hurgar tus libros, a buscarte para que se los leyeras, o a pedirte que lo llevaras a las librerías en las que iba de estantería en estantería como si fuese un parque lleno de columpios.
Un día también se los quitaron. Lo ataron a una sombra para que no se pudiera seguir viendo en tus ojos y los de Carmen. Y se agregó otra pena a tus penas. Otro tremor a tu estatura de gigante. Y emprendiste con nuevos bríos la tarea de recoger y esparcir, a la vez que soñar y escribir. MediaIsla crecía en la misma medida en que tu tristeza se prolongaba y el interés por tu obra se expandía por muchas partes.
Y queda inscrita en el agua la medida de tus sueños, la dimensión de lo quedó atrapado en la frágil coraza de una máquina apagada. Pero no hemos venido a despedirte, sino a seguir acompañando tus pasos aventureros, tu seducción por una palabra distinta con la cual le bordabas música a una tuba, le inscribías sonatas a una flauta, y te ibas a descifrar los enigmas de las cornisas, aleteando en aquellas corrientes en las que tu padre te enseñó a nadar.
Y con la tristeza haremos un molino de aire que te lleve en sus aspas las recaderías de los días, el carrillón de las noches, el fuego deslumbrante de los mediodías. Dice tu madre que los yaguarales se andan meciendo al ritmo de tu música. Que una niña cuya fotografía jamás se fijó en un papel, se marchó montada en tu caballito de palo. Y que los racimos de claveles de El Convento han florecido a la altura de tus deseos.
Nosotros recogeremos nuestros aperos en aquella alfombra viajera que nos llevaba de un sitio a otro, para amarizar en el territorio de tus hazañas y esparcir tus señales como esas hojas de otoño que al llegar a la humedad de la tierra comienzan su proceso de renacer.
Indagaremos entre las páginas de tus libros cómo hacer de la palabra un rumor de pez. Del verbo un infinitivo en permanente recorrido por el presente. Y de la nostalgia un bebedizo de hierbas invitando a los colibríes a convocar la fiesta de su danza.
Te sujetamos y sujetaremos siempre a este territorio de lo imposible, donde seguirás buscando una cura a los males del tiempo, un sonajero para los niños que aún no han nacido, un título a los libros que habrás de concluir.
Ataremos, al hilo en el que a veces alzas vuelo, una enredadera de jazmines para que jamás se te pierda el camino de regreso a la alegría, ese espacio en el que ninguna muerte puede vencer tu potestad de vivir entre crepúsculos de mandarinares y un mar de leva derramando campanarios a orillas del asombro.
mery sananes
escrita el
31 marzo 2020, 9:00 pm
Leer mas!