martes, julio 20, 2010

RAIZA ANDRADE - PARA ALBERTO ARVELO, EL NUESTRO



Para Alberto Arvelo, el nuestro
in memoriam

Un coro de violines, cuatro y bandolas comenzó a sonar para darte la bienvenida a esa Zona Libre. En un círculo te esperaba tu padre conversando con Juan Félix. Néstor, con su eterna franela del Barça, pateaba una pelota de fútbol celebrando la victoria de España mientras Pepe discutía de poesía con Eugenio Montejo y el Chino Valera Mora. El Chango montaba los carbones para una parrillada y Jesús Serra le insistía que el vino de consagrar que les habían permitido estaba algo acidificado. Te esperaban. Eran muchos más pero en ese momento estaban de espaldas riendo las bromas de Graterolacho y no alcanzaste a distinguirlos claramente.

Tenías urgencia de llegar. Todos sabían que venías con muchas ganas de conversar. Al fin romperías tus votos de silencio. Traías noticias frescas de ese País que comenzaba a construir un nido y a planificar el nuevo vuelo. Habías tenido demasiado tiempo contigo mismo para ordenar tus siempre brillantes ideas y te quedaba el infinito para compartirlas. Ibas alegre, como siempre. Agradecido de la vida y de esa familia que te arropó en los momentos felices y en los momentos difíciles. Llevabas un morral lleno de cuentos de tus nietos y un poco de añoranza por esos amigos que fueron ausentándose en el camino. No más llegar te preguntarían por la última película de Beto Beto en su debut Hollywoodense, por los planes de Silvita y Eneko y la última exposición de Solange, al otro lado del mundo.

En un instante comprendiste el verdadero sentido de tu Equinoccio: el día y la noche se habían hecho uno. Estabas convencido, con Honestidad, que allá arriba te acunarían los buenos. Anticipabas una larga discusión con el Che Garrido sobre los Insurrectos y en torno al Dilema del Chavismo. Te emocionabas sólo de pensar en el momento en el que les dirías a tus padres algunos Poemas de Enero. Te sorprendió el verso:

Cuando haya concluido
quedará luz
porque los hombres paren
la muerte que han preñado
en sí mismos.

La nostalgia tenía el calor de una llamarada. Soto se acercaba hacia ti con los brazos abiertos. Recordaste haberle escrito alguna vez, que “es privilegio exclusivo de este animal hablador y terrible que es el hombre el que su fuerza interior, las marejadas de su espíritu, se detengan, se alejen de la vida que las genera. Que las contemplemos como objetos de arte, como obra cumplida y tranquila.” Dejabas tú también una Obra plena de huellas filosóficas y poéticas. Una larga conversa en la memoria de los amigos.

Ibas en Paz, rodeado de mariposas. Abajo, en la mesa redonda de madera, cercana al fogón de tu casa del Jagüey, Solange comenzaba a zurcir tus historias atrapándolas entre los hilos de su telar. Supiste que a partir de ahora sería un ir y venir entre una y otra orilla. Estabas seguro de volver y que Solange reconocería tus pasos “entre los ríos cotidianos”.

Para Alberto y Solange,
un día del Niño el 18 de julio de 2010
Raiza Andrade

Desde estas Embusterías
hacemos nuestras las palabras
de Raiza
por esa profunda convicción de que
la ausencia es apenas un cambio
que no agota el vivir

1 comentario:

maria iholanda rondon dijo...

Muchas gracias por ese perfil del maestro Alberto Arvelo tan delicado y sentido.
Mucha falta me hacen mis escritores amigos en Venezuela ahora que estoy en la Palma, un abrazo muy grande
maria iholanda rondon
http://mariaiholandarondon.blogspot.com