martes, octubre 01, 2013

RAMÓN SANTAELLA - CARTA A MI MADRE EN SU CUMPLEAÑOS


 
Pablo Picasso


Ramón Santaella reside en estos predios de embusterías desde que comenzó a desplegar sus velámenes hace unos cuantos años.  Antes de eso, ya habíamos compartido recintos de sueños por décadas, en una Universidad que aspiraba vencer las sombras. 

Entre los pasillos de la Escuela de Letras y los de la Escuela de Geografía,  en las antiguas residencias estudiantiles, luego convertidas en Instituto de Investigaciones, fuimos enhebrando ciencia y poesía. Ramón le sacaba versos a cualquier relieve de la corteza terrestre, al aroma de una flor sin nombre, como las de Luis Mariano Rivera, a la extensa caligrafía de las aguas y los mares. Yo hacía de los libros veleritos de papel para irme de viaje a todas las geografías del dolor. Nos juntábamos en esa quimera de convertir la geografía en una verdadera casa del hombre y en hacer de la literatura mucho más que un gusto o una postura literaria.

Alguna vez llegamos a creer que los disparos podían abrirle brechas al porvenir. Luego aprendimos que el disparo siempre asesina y que asesinar de vuelta nos colocaba en el mismo y terrible sitial del criminal.

Pero no desistimos de nuestros sueños, ni de nuestros esfuerzos. Perseverantes por naturaleza, rescatadores de rituales, cosechábamos amaneceres como si fueran campos de maíz.  Y con las largas noches de penuria dibujábamos incansables mapas estelares.

Hoy Ramón me envía esta carta a su madre, que en su brevedad contiene un tratado de sabiduría y que no hace sino corroborar la función que nos impusimos y la que nos enseñaron quienes nos  parieron.  Y así se lo expresé:

Tus palabras, como siempre, vienen del alma. Más aún cuando te toca poner en voz alta ese intercambio amoroso con la madre, que nunca dejamos de tener. La retrata a ella, y te retrata a tí, retrata a tu padre y a los tuyos. Y sobre todo ese andar tan difícil, nuestro, que hemos aprendido a sobrellevar precisamente porque contamos con esas lecciones sencillas, que nos dieron con el ejemplo y con el amor.

Una escuela que lamentablemente se va perdiendo, por más sembradores que hemos tratado de ser. Esa imagen que delineas tan hermosamente de tu madre, es la que haría falta en cada hogar, en cada casa, para que el mundo fuese diferente. Se han roto los cordones umbilicales con la vida, los valores, lo esencial. Lo hemos cambiado por toda suerte de baratijas, de formalidades que no nos dejan sino vacío.

Por eso me gusta tanto tu papel. Nos llamarán ilusos, tal vez tontos. Porque si las madres no son recordadas en vida, imagínate pensar que uno las atesora cada día siempre. Pero esos son precisamente nuestros alijos más valiosos y los que intentamos dejar a nuestros hijos y a los hijos de nuestros hijos, por más arremetidas que sobrevengan.

Tu texto, como todos los tuyos, Ramón, me conmueve en profundidad. No porque descubra algo que ya sabía desde hace muchisimos años, sino porque siempre es una alegría para el espíritu verlo retoñar en palabras tan especiales como éstas.

Uno quisiera ser para los hijos esa figura que allí retratas. Dejar esas huellas que no se borran. Bordar esas lecciones que son guía y camino. Gracias por permitirme tener un afecto así de grande como el tuyo y saber que otra vida, otro mundo, otro tiempo es posible, aunque no lo veamos nosotros. Mucho que te quiero, mi dulce Ramón.

mery sananes





Maracay, 1 de Octubre de 2013.


María Remigia Yegres de Santaella
Cualquier rincón del Cielo
Presente.

Querida y siempre recordada madre, hoy habrías cumplido 103 años de edad entre los mortales y hace 6 meses y 23 días cumpliste 5 años de edad celestial; tus hijos están agradecidos con el tiempo porque nos permitió disfrutarte como niños, adolescentes, adultos y adultos mayores (está prohibido decir viejos). Estamos seguros que no recordarás haber vivido casi un siglo entre los mortales, porque los espíritus extravían la memoria en el tránsito sublime de la expiración; se dice entre gente de poca edad que 100 años son suficientes para vivir; especialmente, cuando son vividos con salud y pocas vicisitudes críticas, pero cuando sumamos tiempo, esos 100 años pudieran resultar escasos, fundamentalmente, porque los humanos somos insaciables y siempre queremos más de lo que hayamos podido lograr en la vida, olvidando la necesidad y deber de agradecer a la vida misma por todo cuanto hemos recibido de ella.

Estamos seguros que de haber podido continuar existiendo entre nosotros en cuerpo y alma, habrías exigido salud como lo venías haciendo más allá de los últimos 10 años de vida pero, también agradecías al Ser Supremo, por la existencia concedida, porque siempre fuiste agradecida como amante de la esperanza, y si bien es cierto que la vida te brindó problemas o situaciones difíciles de confrontar y superar, muchos fueron los momentos de satisfacción brindados.




En consecuencia, el don de la vida se lo agradecemos a ustedes, nuestros padres, a Dios, al Universo, a quien cada una de nuestras particularidades desee hacerlo, pero resulta necesario agradecer a diario con cada amanecer, con  cada despertar; se trata de un agradecimiento infinito al tiempo de las edades concedidas, aparte de las circunstancias que conspiran en favor de nuestras desgracias o derrotas, porque estas forman parte importante de nuestra existencia, convertidas en factores, causas o incentivos de la lucha que debemos emprender para resolver por nuestra cuenta, sin culpar a nadie, más que a nosotros mismos, guardianes de nuestra existencia.

Necesario es reconocer nuestro máximo deber de agradecimiento por cada una de las victorias obtenidas; esto lo aprendimos de ustedes, de ti y de papá, maestros de vida, a quienes agradeceremos eternamente cada una de nuestras victorias existenciales, más allá de posibles acusaciones y juicios de culpabilidad por nuestras derrotas, porque sus enseñanzas trascendieron cada una de las circunstancias vividas.

Entendemos que tu nueva memoria celestial, te haya impuesto el divorcio a todo compromiso terrenal, razón por la cual te escribimos periódicamente, intentando incentivar, más que tus recuerdos, la permanencia en nosotros de tu don espiritual como el de papá, Yolanda y Dady.


En verdad, no quiero abrumarte con tanto palabrerío y prefiero pensar o tal vez, soñar: Posiblemente, Dady ha encomendado a Yolanda, la construcción de una hermosa muñeca como las que acostumbraba regalarte en tus cumpleaños o días de las madres; posiblemente, baile para ti, un bello flamenco español y a papá lo veo buscando a tres compañeros para emprender una jornada de dominó para no fastidiarse en la reunión. No olvides la invitación a los Márquez Rodríguez, a los hermanos de papá y no olvides endulzar la bebida refrescante que armonizará el festejo, con aguamiel o néctares de azahares.
Acá en la tierra que dejaste, todo marcha como han querido los gobernantes; según los llamados “profetas del desastre” que varían para cada gobierno de turno, “es lo que nos merecemos”; en tal sentido,  desconocemos hasta cuándo reinará tal situación, pero, aun cuando estamos por el suelo con tantas necesidades acumuladas, dicen que “tenemos Patria”, ¿Qué tal?

La verdad es que esta situación es tan compleja que pocos son los venezolanos reflexivos que han llegado a entenderla y comprenderla.

Posiblemente has tenido noticias de Esteban de Jesús, desconocemos su paradero y nos gustaría conocer de ti, tal información, porque acá lo nombran “Comandante infinito”, “Comandante Supremo” , “Nuevo Padre de la Patria” y de paso, se está haciendo todo lo posible desde el punto de vista político y económico con miras a beatificarlo y alcance en el menor tiempo posible, la santificación; la presión es tal que hasta se comenta que por la cantidad de “milagros” concedidos a los chavistas, especialmente al Presidente Maduro que tiene el don de hablar con él, le ganará la partida a Juan Pablo II y a Juan XXIII, ¿Qué crees tú?
Bueno, está bien de chismes este día que recuerda tu contacto con los mortales, disfruta tu velada, besos y abrazos para papá, Yolanda, Dady y demás familiares. ¡Ah!, lo olvidaba, no dejes de invitar a las tías: Aura y Carmen Ramona. Después me cuentas.
Bendícenos como los bendecimos y recordamos a ustedes, cotidianamente.

                        Uno de tus hijos: RSY.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me gusta mucho tanto lo escrito por Mery Sananes como la carta del profesor Santaella a su madre. La única cosa que no me pareció fue que no había necesidad de embasurar a ese ser tan querido con estas cosas mundanales de tan baja ralea como las que tienen que ver con el tal Esteban. Aunque sé que el profe tendrá sus motivos. Espero que se me entienda, es un punto de vista. Saludos.

Gregorio Luna