EL TEXTO ELOCUENTE Y MUDO
Palabras para una despedida virtual
A mi lado tengo dos libros fundamentales que me dieron secretos para leer en profundidad, analizar lo leído y poner en palabras lo que comprendemos del texto: John Updike: la literatura de tierra baldía y Para una lectura de Trilce. Es decir, que Eduardo Gasca siempre estuvo enseñando lo esencial a través de textos elocuentes y mudos. Él mismo era eso.
Mery Sananes me pide que escriba algo y Dina Piera Di Donato surge, desde su sensibilidad, a escribirme. Me siento en deuda con ambas. Ellas también son elocuentes y mudas, porque no se puede explicar con palabras cuántos puentes, cuánta luz, cuanta belleza nos hizo trazar, de forma invisible, Eduardo Gasca.
Cuando las cartas dejaron de ser respondidas, comencé a transmutar mis palabras en consulta de acupuntura, en terapia de respuesta espiritual, en constelación familiar y biomagnetismo. Lo que no podemos salvar de uno mismo lo podemos salvar en otros, ayudando a otros, sirviendo de algo, siendo más humanos con los demás. Nadie como él para amar la literatura en todos sus géneros. Las cartas eran su debilidad y esas ya no vinieron de regreso. Cada vez que recibía una, era un verdadero contento, una respuesta luminosa, un estar presente con todas las palabras.
Eduardo Gasca fue para mí un gran maestro. Tuvimos una larga relación epistolar fueran de toda máscara por lo que sentí el privilegio de ser yo, me dio la fuerza de hacer cosas que nunca pensé que haría y me dio el nombramiento más bello que jamás recibí: editora plenipotenciaria. Las cosas no salieron como pensamos con Todos los versos. Pero lo importante es que no quedaron engavetados. Una primera edición con errores en la primera impresión es un valioso ejemplar. (Consuelo de tontos)
En su texto elocuente estuvo la manera de irse de a poquito. No me imagino lo vivido por su compañera y su hija. Tanta lucidez se convirtió en pastillas y en alejamiento. Dejé de escribir. Dina Piera y yo nos sentimos tan solas, tan aisladas del mundo que nos escribimos varias veces para estar juntas con él, imaginándolo sentado en una butaca, viéndonos escribir por él. Eduardo era nuestra ancla a la vida, a la vitalidad, a las emociones en carrusel.
Seguimos escribiéndole cartas. Yo sentí que el día de su cumpleaños me recordó y le escribí y sentí que leyó lo que le escribí. Le comenté a Dina y ella también le escribió. En fin… Siempre el texto elocuente y mudo. Y así se fue. Y fue elocuente. Y también mudo. Se fue escondido. Salió de la Tierra Baldía a nuevos parajes en luna llena.
Catalina del Moral Moradel debe estar por allí, en una de esas playas, sonriéndole. El viejo soldado sonríe en el fondo del bar donde las muchachas se sientan aún, pero son otras, a escuchar…
Para comprender a Eduardo habrá que hacer muchos estudios. Judit Gerendas ya nos lo muestra en su trabajo sobre su obra, en ese estudio de Todos los versos. Eduardo nos hizo ver que la literatura no es un hobbie. Es un trabajo, es una obra de arte, es lucidez y oscuridad y es alma.
Debe estar contento a donde fue. Estoy segura que la sorpresa del más allá lo acogió con gusto y lo consiente por su infantil manera de asombrarse por las sorpresas que tanto le gustaban. Hoy me siento en paz. Sé que él también está en paz. Agradezco a la vida por este encuentro… Gracias Cruz Salmerón, gracias Esmeralda. Gracias por el Azul de aquella cumbre tan lejana.
Con amor
Ingrid Chicote Araujo
16/11/2024
No hay comentarios.:
Publicar un comentario