martes, marzo 31, 2009
EL SAGRADO RECINTO DE LAS ZAIRINERÍAS
Zaira hace malabarismos
con su sonrisa
en su regazo se agitan
embusterías sin fin
sus manos le siembran rubores
a los suspiros de los niños
y en sus párpados se arrullan
melodías de un tenor
que no sabe de congojas
Zaira desanda los caminos
como si no estuviera atada a
gravedad alguna
tan frugal es su equipaje
de ternuras
Su palabra hecha de silencios y neblinas
recorre las noches empecinada
en descifrar la trayectoria vertical
de las chicharras en los meses de abril
Su corazón teñido de violetas
regala a los transeúntes
el aroma de confiterías aliñadas
de eternidad
Por eso Zaira en vez de cumplir días
celebra las estaciones estelares
de un tiempo que cabalga sin prisa
entre lo vivido y por vivir
a sabiendas que nunca habrá
de ausentarse del sagrado recinto
de sus zairinerías
mery sananes
01 de abril del 2009
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MS Decires - A Zaira Andrade
domingo, marzo 29, 2009
ZOOLOGÍA POÉTICA - DE LA ABEJA
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ABM Zoología Poética
viernes, marzo 27, 2009
JUAN SEBASTIAN BACH SIEMPRE
foto /ms
Antes de que acabe este marzo y se venga en tumulto el abril, volvemos a traer al atril de las embusterías a Juan Sebastian Bach.
Al torrente de sus arpegios, a la caja sonora de sus cantatas, al despliegue arquitectónico de sus fugas, al estruendo de sus corales, al desasosegado suspiro que se cuela entre los metales de una flauta que le dibuja alas a la melancolía.
A la consagración de la vida que mana de sus Pasiones, la Misa en si menor, los motetes. Al preludio de cuerdas que antecede toda resurrección. Al tiempo porvenir que queda anticipado como una ofrenda en la conmoción de su Magnificat, o que se recoge en la circunferencia de los tubos que registran la tesitura de un órgano que no se silencia jamás.
Allí en ese país del alma, como lo designó Ana Magdalena, se inscribe el estatuto mayor del hombre. Hay que ir a él para descifrarlo, para desenvolverlo del polvo de las partituras y ponerlo a andar en los rieles de una travesía sin fin, que deje en cada territorio la siembra de un acorde, el hilo templado de una cuerda, que revele en su recorrido la esencia que habita en el corazón del hombre. A eso invitamos, una vez más.
EMBUSTERÍAS DE ANA MAGDALENA
JUAN SEBASTIÁN BACH, 257 AÑOS DESPUÉS
MAESTRO DE LOS ARCÁNGELES DEL VIENTO
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Juan Sebastian Bach
miércoles, marzo 25, 2009
DEL RELOJ AL TIEMPO CÓSMICO
Hace algunos días colocamos, en la columna derecha de estas Embusterías, y haciendo uso de la cantidad de opciones tecnológicas a disposición, la imagen de un reloj, que pausadamente iba señalando un horario circunscrito a la zona a la que pertenece Venezuela. Tuve conciencia, en ese momento de que más allá de los relojes, el tiempo lo miden los amaneceres y los atardeceres y que si nuestro fuera el planeta de El Principito, bastaría con mover la silla para ver de nuevo aparecer el sol que apenas acababa de desaparecer.
Por alguna razón, sin embargo, estaba midiendo las horas más con la prisa del piloto que con la nostalgia de eternidad de aquel pequeño niño. En verdad, qué habríamos de medir? La respuesta vino pronto. El creador de los blogs La rana verde, El pájaro amarillo, El vuelo del azulejo y El hilo de cometa, quien es además parte esencial de estas Embusterías, al observarlo, procedió a escribirnos lo siguiente:
Compañera del alma... Su día: ¡pura poesía! que es todos los días... ¿Que le pasó? ¡QUÉ DIABLOS HACE ESE RELOJ ALLÍ! ¿Acaso, las Embusterías necesitan de reloj, requieren que se les mida el tiempo? El día en que una Embustería lo necesite -por ínfima que sea-, sencillamente desaparece, simplemente la vida se hace irrescatable.
Porque ¿qué tiempo necesitamos medir y para qué necesitamos medirlo? Nosotros -los cazadores de embusterias, los que cabalgamos en pájaros amarillos, soltándole el hilo a un cometa, siguiéndole el vuelo a los azulejos, enfrascados en descifrar el secreto del croar de las ranitas verdes, vivimos para el tiempo, espacio, universo, pero no el que se enclaustra en las diminutas dimensiones de un ser que aún no se habita a sí mismo, sino tiempo, espacio, universo cósmicos.
¡Compañera del alma somos seres cósmicos, y los cósmicos no necesitamos de reloj! ¿O es que alguna pupila de niño necesita reloj, medición del tiempo, para que su iris sea el mismo universo?
Su mensaje, sencillo, directo y radical como toda embustería, me hizo una indicación que acepto plenamente. En verdad, algún equívoco horario se debe haber entremezclado, que no se mide por las pupilas de los niños. Algún calendario que no se rige por las dimensiones astrales de cielos inéditos. Porque en las embusterías ciertamente no hay espacio para un reloj. Lo que ellas contienen no pertenece al mundo de las prisas ni a las cuestiones circunstanciales que se miden, agrupan, y disciernen por marcos de fecha y fronteras de tiempo.
La belleza de las pupilas de un niño es inagotable. Su imaginación ilimitada. Su esencia abarca la magnitud del universo conocido y por conocer. Su umbral es el misterio y los milagros. Su razón de ser, la que aún no encontramos en nuestra humanidad en desuso. En consecuencia, he recibido el reclamo y he procedido a retirar de inmediato ese reloj.
Ojalá sirva esta advertencia para que cada uno de nosotros pueda, en su vasto repertorio de asombros, suprimir los relojes que nos atan y detienen, encierran y miden hasta el momento de nuestras despedidas, para liberar nuestras fuerzas interiores. Esas que continuarán sus migraciones por los cielos de la vida, en forma de átomo, célula, pájaro, nebulosa o polvo cósmico, reinventando la alegría en medio de los arcoiris, de las dunas de marte, de los columpios que se dibujan en la superficie de las lunas, y de ese océano vasto que se asoma a los párpados de los niños a la hora de escribir sus embusterías en los filos de días que no concluyen. MS
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JACED,
MS Embusterias
viernes, marzo 20, 2009
EMBUSTERÍAS DE ELIZABETH SCHON
Este fragmento del libro El abuelo, la cesta y el mar, de la poeta Elizabeth Schon, llegó a nuestros predios como los aguaceritos, soliviantando la ternura de la tierra, trazándole a los cristales la sonoridad de las lágrimas que aún no se han derramado.
Apareció como los dinosaurios retomando una memoria que sobrevivió los avatares de su tiempo de diluvios y marejadas.
Como una circunvalación inesperada que trajo una palabra-poema guardada desde hace mucho en los anaqueles que dan de comer a los niños.
Elizabeth Schon, ida apenas hace dos años a los cielos de su identidad, reaparece de manos de René Rodríguez Soriano, un poeta dominicano, enamorado de las lejanías, que va a toda marcha, sentimiento en ristre, echando anclas en las librerías de una ciudad alejada de su aldea, pero que sabe mucho de mares.
Y a través de esas aguas nos ha enviado como ofrenda un ramillete de espinas que, al decir del abuelo, son valles muy secos con sed de ríos y océanos, o simplemente un delirio de las ramas para retener la savia, que es al árbol o la flor, como la palabra al corazón que sabe de silencios.
Una nueva embustería para iluminar los afectos, trazarle coordenadas a la vida y hacer del suspiro, la espina alada que cuide los sueños de todos los niños que saben escuchar a los abuelos. MS
EL ABUELO, LA CESTA Y EL MAR (fragmento)
ELIZABETH SCHON
Había llenado mi cesta con espinas. Cogí una y se la di al abuelo. La espina era larga y tenía una punta muy aguda. El abuelo comenzó a acariciarla. --¡Cuidado, te puede herir! --le dije asustada pero rió y riendo me dijo:
--¿Por qué le temes tanto a las espina? Las espinas no son otra cosa que valles muy secos, muy áridos que, desesperadamente, buscan el agua fresca del río--. Y la colocó de nuevo en la cesta. Vi el mar, el mar era inmenso. Rápidamente cogí mi cesta llena de espinas y las lancé hacia la espuma totalmente poblada de sol y viento.
Soy insistente y le dije: --Si las espinas necesitan tanto del agua, ¿por qué no se aquietan cuando llueve?
--¿Te has olvidado que algunas nacen en las cortezas, en los tallos de ciertas plantas y árboles que, para ver el espacio, el sol, tienen que atravesar las marañas inmensas de las selvas?
Al día siguiente le repliqué: --¿Quiere decir que las espinas son necesarias?
El abuelo me acarició la frente: --A veces es difícil convencer con palabras --dijo-- por lo tanto, si te tropiezas con ellas, es mejor que te les acerques y no les temas; mira donde nacen, observa su corteza, lo agudo de su punta, lo ancho y largo del tallo, el ramaje que las sostiene y así sabrás, por ti misma, si son necesarias o si brotan para retener la sencilla savia de sus raíces. Cogí un erizo y le arranqué las espinas. Una pulpa, fresca y brillante, apareció en su concavidad y yo sólo miré el diamante que la corriente arroja hacia la orilla.
Fragmento de documental de 25 minutos, escrito, dirigido y fotografiado por Andrea López, sobre la poetisa venezolana Elizabeth Schon. El documental fue producido por las Unidades Móviles de producción Audiovisual del CONAC en el 2005.
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Elizabeth Schon,
René Rodríguez Soriano
jueves, marzo 19, 2009
ESPEJIDADES DE IGNACIO ESCOBAR
En estas embusterías donde las espejidades siempre encuentran un lugar donde anclar sus espejismos y reflejos, para echar a correr las imágenes que viajan del olvido a la memoria, de la quietud al recuerdo, del remolino a la melancolía, le damos la bienvenida a este poeta.
¿Fue acaso su vida espejo de una muerte que no dejó reflejo alguno en la quietud de su andar de remolino? ¿Qué volvió inmóvil el aleteo del recuerdo sobre el espejo de agua?
Tal vez su palabra lo diga, tal vez el silencio que se prolongó mucho más allá de sus años vividos. Tal vez los móviles círculos que su verso dibuja ahora sobre las aguas quietas. El lector lo sabrá y tal vez recoja esa melancolía inconclusa para hacerla pasar de la sombra al cauce de luz de los ríos en descenso hacia el mar. MS
ESPEJO DEL ESPEJO
No guarda el agua inmóvil del espejo
memoria de la forma: el movimiento
pasa y vuelve a pasar en el recuerdo
quieto de una quietud que fue reflejo.
Pero no guarda el agua del espejo
de la quietud la forma: sólo el lento
remolino de sombras de lo quieto
que antes de la quietud dejó reflejo.
Porque hay espejo y del espejo forma.
Pero ni el uno ni la otra informa
de lo que fue la forma: entelequia.
Hay el pasar: la sombra del olvido.
El recuerdo es reflejo ya perdido,
forma de su pasar: melancolía.
Ignacio Escobar Urdaneta de Brigard
[Santa Fe de Bogotá, 1943-1974]
Ignacio Escobar Urdaneta de Brigard
EFE.- Hace un cuarto de siglo, este Abril, fue asesinado, a los 31 años de su edad, por las fuerzas represivas del gobierno de Misael Pastrana Borrero el más notable e ignorado poeta de la Generación desencantada, Ignacio Escobar Urdaneta de Brigard [Santa Fe de Bogotá, 1943-1974], cuya obra y vida apenas comienzan a conocerse.
Escobar fue el segundo hijo de una rancia familia de santafereños cuyos antepasados se remontan hasta Santa Teresa de Jesús y algunas de las esposas de héroes de nuestra independencia como Santander y el mismo Libertador. Hizo estudios en el Gimnasio Moderno con algunos ex presidentes y ministros del despacho, pero pasó buena parte de su juventud en la Europa de la rebeliones estudiantiles o participando en cenáculos y fandangos en la capital de Colombia junto a miembros de la clase ociosa vinculados a la Juco [Juventudes del Partido Comunista] o mamertos, la Jupa [Juventudes del Movimiento Obrero Revolucionario Independiente], o moirosos y pro chinos línea Mao Tu Chi y el Bloque Socialista o Troskistas, fue asesinado, a sangre fría por un oficial de apellido Buendía, hasta hoy no investigado, en la Avenida 19 con Carrera 5, el día de las elecciones presidenciales de ese año, que enfrentaron a López Michelsen y Gómez Hurtado, mientras huía de los sabuesos del Das, que le acusaban de haber participado en el secuestro de uno de sus tíos, el banquero, criador de vacas Holstein y ex ministro, Foción Escobar Urdaneta de Brigard.
Según las investigaciones recién publicadas en Paris por el investigador antioqueño Paul Monte de Olla, autor del enjundioso tratado Cabildeo y dineros públicos en la literatura bogotana en los tiempos de La Oveja Negra, Escobar no sólo dejó los manuscritos de un buen número de poemas, que incluye el prestigioso, extenso y eliotiano Cuaderno de hacer cuentas, sino un legajo de más de ochocientas páginas que fue publicado usando del nombre de un acérrimo contradictor de las reelecciones del doctor Álvaro Uribe Vélez por un par de editores inescrupulosos, que eliminaron del volumen, para abaratar la edición pirata, más de un millón de tildes, artículos definidos e indefinidos, pronombres, diéresis, apocopes y puntos y comas. La edición fue recogida por orden de la crítica literaria Cristina de Zaranka, madre de quien luego llegaría a la alcaldía de la capital sobre sus propias posaderas y las de un elefante.
La revista de poesía Arquitrave, en su edición de Abril, se presta a hacer un homenaje al poeta Escobar con la publicación por vez primera del mencionado poema y sendos artículos de sus colaboradores Umberto Cobo y Renson Said, el prestigioso investigador literario de la Universidad Javeriana, experto en GGM.
Según los animadores, la obra de Escobar no ha sido divulgada por habersele excluido de la Antología de una Generación Desencantada, que preparó para la Universidad Nacional en 1986 un innombrable a quien la revista Contubernio califica de sicópata y mendaz. Otras versiones sostienen que J. M. Granito influyó en la voluntad de Ciro Roldán Jaramillo para que Escobar Urdaneta, Elkin Restrepo y Gómez Jattín fueran descartados, de la hoy mítica edición que prologara un periodista de Alternativa.
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Ignacio Escobar
lunes, marzo 16, 2009
LAS EMBUSTERÍAS DE LA VACA AZUL
CLARISSA Y EL MAR
Armando Quintero
1
Allá, después de la mar océano.
Como a treinta y tres grados al sur.
En un país pequeño que es como un corazón patas arriba.
Allá vive Clarissa.
2
Clarissa sonríe bajo la sombra de un árbol y mira hacia el horizonte.
- Un lugar como éste no hay –piensa Clarissa.
La vista se le pierde por la llanura.
Entre los pastos tiernos y frescos de tan verdes.
3
Allá donde vive Clarissa hay un río.
Que para algunos es como muy pequeño para ser un río.
Pero para todos es enorme por sus cuentos, poemas y canciones.
4
A veces Clarissa mira hacia los tres puentes que atraviesan el río de su mundo.
Y piensa: - Hay lugares en los que se nace para irse.
Pero se queda allí como pasajera del tiempo.
Y escucha entre sueños pasar los trenes.
5
Un día un pajarito se posó sobre su cabeza.
- Nuestro río tiene las olas grandes –dijo Clarissa por hablarle.
- Tan grandes como las del mar –dijo el pajarito.
Y Clarissa le dijo que no había visto nunca el mar.
6
Y el pajarito le contó de las olas del mar y del sonido en sus playas.
De los puertos, los barcos y veleros que llegan y se van.
- ¿Qué más? –preguntó Clarissa.
7
Y Clarissa oyó decir de las aguas del mar.
De su sabor salado lleno de peces, pulpos, calamares, camarones y de caracoles. De sus vientos y mareas.
- ¿Qué más? –volvió a preguntar Clarissa.
8
El pajarito miró los ojos de Clarisa y recordó la mirada de un marinero que andaba caminando tierra adentro, lejos del mar.
Y fue cuando le contó el encuentro de Odiseo con las sirenas.
9
Y ahí quedó Clarissa enamorada del mar.
10
- ¿Qué la pasa a ella? –se preguntaban las hermanas.
- ¿Qué bichito la ha picado? –se preguntaba su mamá
- ¿Qué hace esa vaquita loca? –preguntó el toro rojo que la vio pasar. ¿Será contagioso?
Armando Quintero
1
Allá, después de la mar océano.
Como a treinta y tres grados al sur.
En un país pequeño que es como un corazón patas arriba.
Allá vive Clarissa.
2
Clarissa sonríe bajo la sombra de un árbol y mira hacia el horizonte.
- Un lugar como éste no hay –piensa Clarissa.
La vista se le pierde por la llanura.
Entre los pastos tiernos y frescos de tan verdes.
3
Allá donde vive Clarissa hay un río.
Que para algunos es como muy pequeño para ser un río.
Pero para todos es enorme por sus cuentos, poemas y canciones.
4
A veces Clarissa mira hacia los tres puentes que atraviesan el río de su mundo.
Y piensa: - Hay lugares en los que se nace para irse.
Pero se queda allí como pasajera del tiempo.
Y escucha entre sueños pasar los trenes.
5
Un día un pajarito se posó sobre su cabeza.
- Nuestro río tiene las olas grandes –dijo Clarissa por hablarle.
- Tan grandes como las del mar –dijo el pajarito.
Y Clarissa le dijo que no había visto nunca el mar.
6
Y el pajarito le contó de las olas del mar y del sonido en sus playas.
De los puertos, los barcos y veleros que llegan y se van.
- ¿Qué más? –preguntó Clarissa.
7
Y Clarissa oyó decir de las aguas del mar.
De su sabor salado lleno de peces, pulpos, calamares, camarones y de caracoles. De sus vientos y mareas.
- ¿Qué más? –volvió a preguntar Clarissa.
8
El pajarito miró los ojos de Clarisa y recordó la mirada de un marinero que andaba caminando tierra adentro, lejos del mar.
Y fue cuando le contó el encuentro de Odiseo con las sirenas.
9
Y ahí quedó Clarissa enamorada del mar.
10
- ¿Qué la pasa a ella? –se preguntaban las hermanas.
- ¿Qué bichito la ha picado? –se preguntaba su mamá
- ¿Qué hace esa vaquita loca? –preguntó el toro rojo que la vio pasar. ¿Será contagioso?
11
- Espero que sí – pensó Clarissa.
Es que Clarissa, de sólo pensar en el mar, se colorea de azul.
Y cuando así le ocurre Clarissa se va a recorrer su mundo y el de los otros.
12
Y comienza a abrir puertas y ventanas para siempre en el corazón de todos.Desde la ubre de sus cuentos, desde el piquito de su risa, desde el cielo claro de su regazo azul.
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Cuentos de la Vaca Azul
sábado, marzo 14, 2009
ARMANDO QUINTERO: EMBUSTERO MAYOR
No basta con decir que Armando Quintero es un cuenta cuentos. Esa es apenas la consecuencia lógica de la materia especial de la que está hecho. Y no porque el camino se le abriera fácil a su innata ternura, o a un corazón capaz de colapsarse cada vez que el amanecer le deletrea la historia de una melancolía.
Nació en el pueblo de Treinta y Tres del Olimar, en Uruguay. Un nombre extraño en un espacio geográfico al que, por razones diversas, hizo que acamparan en diversos momentos poetas, cuenta cuentos, titiriteros y hasta la opresión. Salió de su país perseguido, pero nunca ha abandonado su aldea.
En su peregrinaje se detuvo en todos los andenes, en las orillas donde arribaban pequeños bajeles, en las encrucijadas de carreteras que aún no se han construido, para recoger siempre alguna tonalidad de los colores del arcoiris.
Cuando nosotros lo conocimos, sabíamos que era cuenta cuentos porque no cesaba nunca, ante los niños, de contar historias que los hacían reír o llorar, preguntar o saltar, siempre verle el lado más hermoso a todos los tropiezos.
En aquel tiempo derramaba su poder creador sobre lienzos que dejaron cuadros maravillosos en los que el color se derramaba sobre los pinceles para dibujar una primavera o una luna. Los rostros se hacían difusos en las líneas de sus carbones, sin que por ello perdieran la sonoridad de sus miradas.
Pero un buen día conoció, entre los cuentos de una niña gris, a La vaca azul, que comenzó a darle nombre a su itinerario de contador de cuentos. En su batola blanca siempre hemos creído que si se lo propusiera, podría salir volando en cada una de sus presentaciones.
Sabemos sí que sus escuchas de todas las edades emprendíamos cada vez vuelos más altos, viajes más extraordinarios, simplemente desandando la ruta de la lágrima de nuevo hasta el párpado, el tiempo del olvido hasta el corazón de la memoria, la hora de la tristeza hasta el paisaje claro de la alegría.
Supo entonces, entre sus aventuras, que no quedaría en él esa magia para contar que le salía espontánea desde cada uno de sus gestos. Decidió compartir y enseñar y encontró esforzados y maravillosos alumnos, en el marco de la Universidad Católica Andrés Bello, que hoy se han convertido a su vez en maestros.
Al día de hoy ha cosechado premios y satisfacciones, alegrías sin dejar de recolectar sinsabores. Ha escrito libros, ha ilustrado textos, su poesía tiene el poder del alma de los niños.
Hoy, al celebrarse el 20 de marzo, el Día Internacional de la Narración Oral, nos ha enviado la invitación para los actos con los cuales lo celebrarán. Nosotros nos unimos a su júbilo, para convocar a la vez a niños y grandes a que asistan a estas maravillosas representaciones y a conocer la magia de Armando Quintero y su equipo.
Nació en el pueblo de Treinta y Tres del Olimar, en Uruguay. Un nombre extraño en un espacio geográfico al que, por razones diversas, hizo que acamparan en diversos momentos poetas, cuenta cuentos, titiriteros y hasta la opresión. Salió de su país perseguido, pero nunca ha abandonado su aldea.
En su peregrinaje se detuvo en todos los andenes, en las orillas donde arribaban pequeños bajeles, en las encrucijadas de carreteras que aún no se han construido, para recoger siempre alguna tonalidad de los colores del arcoiris.
Cuando nosotros lo conocimos, sabíamos que era cuenta cuentos porque no cesaba nunca, ante los niños, de contar historias que los hacían reír o llorar, preguntar o saltar, siempre verle el lado más hermoso a todos los tropiezos.
En aquel tiempo derramaba su poder creador sobre lienzos que dejaron cuadros maravillosos en los que el color se derramaba sobre los pinceles para dibujar una primavera o una luna. Los rostros se hacían difusos en las líneas de sus carbones, sin que por ello perdieran la sonoridad de sus miradas.
Pero un buen día conoció, entre los cuentos de una niña gris, a La vaca azul, que comenzó a darle nombre a su itinerario de contador de cuentos. En su batola blanca siempre hemos creído que si se lo propusiera, podría salir volando en cada una de sus presentaciones.
Sabemos sí que sus escuchas de todas las edades emprendíamos cada vez vuelos más altos, viajes más extraordinarios, simplemente desandando la ruta de la lágrima de nuevo hasta el párpado, el tiempo del olvido hasta el corazón de la memoria, la hora de la tristeza hasta el paisaje claro de la alegría.
Supo entonces, entre sus aventuras, que no quedaría en él esa magia para contar que le salía espontánea desde cada uno de sus gestos. Decidió compartir y enseñar y encontró esforzados y maravillosos alumnos, en el marco de la Universidad Católica Andrés Bello, que hoy se han convertido a su vez en maestros.
Al día de hoy ha cosechado premios y satisfacciones, alegrías sin dejar de recolectar sinsabores. Ha escrito libros, ha ilustrado textos, su poesía tiene el poder del alma de los niños.
Hoy, al celebrarse el 20 de marzo, el Día Internacional de la Narración Oral, nos ha enviado la invitación para los actos con los cuales lo celebrarán. Nosotros nos unimos a su júbilo, para convocar a la vez a niños y grandes a que asistan a estas maravillosas representaciones y a conocer la magia de Armando Quintero y su equipo.
Día Internacional de la Narración Oral
Narracuentos UCAB y parte de sus amigos lo festejan en la Plaza del Estudiante
Narracuentos UCAB y parte de sus amigos lo festejan en la Plaza del Estudiante
Hora 12 m.
Fiera o pan dulce
Jenny Fraile (narradora) Betty Rivera (música y canto)
Hora 12.45 m.
Cuentos en colectivo
Narracuentos UCAB
Hora 1.00 p.m.
Bienvenidos al planeta de los seres humanos
Toña Pineda
Hora 1.45
Cuentos en colectivo
Narracuentos UCAB
Hora 2.00 p.m.
Recuentos de la memoria
Armando Quintero
Hora 5.00 p.m.
Cuentos del corazón al oído
Jazira Mosquera
Hora 6.00 p.m.
Cuentos en blanco y negro
Freddy Gamboa y Tiago de Jesús García
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Fiera o pan dulce
Jenny Fraile (narradora) Betty Rivera (música y canto)
Hora 12.45 m.
Cuentos en colectivo
Narracuentos UCAB
Hora 1.00 p.m.
Bienvenidos al planeta de los seres humanos
Toña Pineda
Hora 1.45
Cuentos en colectivo
Narracuentos UCAB
Hora 2.00 p.m.
Recuentos de la memoria
Armando Quintero
Hora 5.00 p.m.
Cuentos del corazón al oído
Jazira Mosquera
Hora 6.00 p.m.
Cuentos en blanco y negro
Freddy Gamboa y Tiago de Jesús García
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Armando Quintero,
Cuentos de la Vaca Azul
viernes, marzo 13, 2009
ESCANCIANDO AURORAS
Para consagrar el día
basta un pájaro color naranja
escanciando auroras en el
corazón de las cayenas
foto y texto / ms
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Antonio Vivaldi - Concierto para flauta,
MS Floreceres
viernes, marzo 06, 2009
ESE JUEGO PRIMOROSO ENTRE VENUS Y LA LUNA
Foto MS
Venus y Luna en creciente
Credit & Copyright: Drew Sullivan (Ancient Starlight)
Tal vez uno de los espectáculos más hermosos que se pueden contemplar en las noches de los cielos, sea ese juego primoroso que a través de las edades y los tiempos, en todas sus lecturas, entabla la luna con Venus. Lenguaje sideral que establece una armonía entre los seres cósmicos, dibujando en los territorios celestes una travesía tan certera como la ley de gravedad.
Y nosotros somos, nada más y nada menos, que los portadores de las pupilas que pueden asomarse a las ventanas abiertas de las noches para grabar esas imágenes en la memoria como un paisaje que nos pertenece. Pero ¿en verdad logramos comprender la dimensión de ese encuentro, el significado mayor de esa visión?
Los astrónomos y especialistas leen las distancias de acercamiento y alejamiento, determinan las velocidades, los años luz, el momento en que habrán de estar más cerca y dan las explicaciones científicas de ambos astros. Un planeta de nuestro sistema solar y una luna única que derrama su luminosidad o sus menguantes sobre este planeta de tantas oscuridades.
Nosotros, sin embargo, desde el mirador de la tierra, somos espectadores inéditos de esa magia.
En cada uno, ese encantamiento produce una señal, un código, una clave para entender lo que somos, en la totalidad de un universo que ni siquiera podemos imaginar en su majestuosidad y la perfección asimétrica de sus leyes.
En nuestra diminuta dimensión, pertenecemos a él, como pertenece la gota de lluvia al caudal de los mares, o la invisible bacteria a la cadena de la vida.
Sólo que, ocupados como estamos, en cuestiones de muerte que no de vida, no logramos conectarnos a esa esfera que nos otorga una unicidad, un privilegio, un estado de consciencia y de eternidad, que bastaría por si solo como fuerza para recomponer este mundo atrapado entre sus mayores malignidades.
Detenerse a ver ese espectáculo cada luna nueva, esa danza amorosa entre el planeta gigante y la luna pequeñita, ese juego de resplandores que como espejos toman para sí para regalárselo a los ojos de los niños, es algo que no deberíamos dejar pasar inadvertido jamás.
Allí hay un lenguaje, un abecedario que debemos aprender, que se escribe con luz, que se lee con ternura, que habla a través del inconmensurable latido de un corazón que arropa la vida en toda su magnitud.
Cuando giramos hacia los cielos, se nos apiña la infancia en el suspiro, y somos capaces de remontar barreras y cercas de todo signo, para junto al hermano, que habita con nosotros aquí en este vasto lugar de milagros, redefinir la vida como una trascendencia sin límites, y un obligado trayecto de amor.
mery sananes
06 de marzo del 2009
06 de marzo del 2009
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MS El Libro de la Luna
ESPEJIDADES - SIN CANTARES
Todo espejo sabe
cuando ya no alumbran
sus días y las noches
se convierten en simples
tropiezos sin cantares
ABM / Serie Espejidades
Gabriel Fauré / Pavana
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ABM Espejidades
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