martes, mayo 27, 2014
NADA DETENDRÁ LOS DECIBELES DE TU CANTO
Ana Dolores
Qué podría yo decirle a tu risa. Está allí como
un estandarte, una banderola, un canto que no se acalla. Cabalgas en ella como
si fuese un ejército de florerías que te protegieran contra todo mal.
Cualquiera sea la circunstancia, tú la extraes
de tus adentros. A veces la cargas como si fuese un pañuelito en tus bolsillos.
O la buscas en la alacena de tus recuerdos y la haces vibrar como un
campanario.
La derramas como si fuera agua de río, llovizna
de primavera, o un solo de clarinete. Nada la vence, ni la agrieta. En ella te
sostienes y sostienes a todos los que están cerca de ti. Como si en ella
habitara zumo de sábila o cristales de cuarzo.
Y es lo único sonoro que posees. Porque detrás
de ella reside un silencio ceremonioso y reverente que sabe de dioses, que
habla un lenguaje que traspasa las fronteras de la piel. Y se adentra en el
infinito estelar donde la energía se puede hacer estrella o piedra quebrada
para sujetar el árbol de la vida.
Un silencio sagrado que atesoras. El espejo que
te devuelve la inmensidad de tu corazón de entregas. El estanque que se
arremolina para servirte el sol en el murmullo de los peces.
Ese silencio es el recinto de donde nace ese
scherzo de cuerdas, esa nota de viola que se prende del viento hasta alcanzar
la garganta de los colibríes.
Y en ella hacemos travesía para alcanzarte este
27 de mayo cuando tu madre te la entregó como su más amoroso talismán.
Qué no has de alcanzar con esa tu sonrisa de
hojaldre y confitura de almendras. Con ella llenas de salmos los espacios
cerrados, colmas de metales los caminos que no saben de cercas. Siembras esta
tierra triste para que algún día nazcan de sus surcos los hijos de tu vida y
repueblen el hemisferio circular del planeta, con brotes de quenas dulces y
árboles de jaboticaba.
Con ella a flor de vida has vencido y seguirás
venciendo tristezas y quebraduras. Ella te ha otorgado el don de no conocer la
ausencia, de saber que no se marcha uno jamás, si en la estela del paso quedan
las huellas de un amor en cadencia de nocturno.
Está cosida a las alas de los pájaros, a las
ramas de los árboles, al sueño de las mariposas, al canto de las chicharras y
los sapitos.
Hace burbujas en la copa de vino que levantamos
para celebrarte. Se teje en los cabellos de Zaira. En el vertedero de las
lágrimas. En el paraje de la melancolía
A todos los que te conocemos nos has marcado
para siempre con tu música de cascabeles y castañuelas, de pez espada y suspiro
de ardilla.
Y en este 27 de mayo, dejamos en tu regazo,
todos los amores que construyes, el sabor de los confites que repartes, el
alegre bullicio de una picardía con aroma de serpentinas que brota de una
piñata hecha de trinos de ruiseñor, para festejarte en este y todos los días
vividos y por vivir. A sabiendas de que nada detendrá los decibeles de tu
canto.
mery sananes
27 de mayo del 2014
Etiquetas:
MS Carta a Ana Dolores
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