viernes, mayo 23, 2014

Y DE QUÉ MUSICALIDAD ESTARÁ HECHO EL HOMBRE





Y DE QUÉ MUSICALIDAD ESTARÁ
HECHO EL HOMBRE


Necesitamos cantar con las letras
de una canción mil veces más musical
que la canción.
De lo contrario, será siempre la armonía
que anda suelta por el aire
mil veces superior a la nuestra

PIO TAMAYO

Recientemente un compositor llamado Jim Wilson se dedicó a estudiar el canto de los grillos. Y a su decir, cuando bajó la velocidad de sus cantos, lo que apareció fue ‘un coro de voces angelicales’.  Pronto los curiosos decidieron poner a prueba el experimento para afirmar que el músico había intervenido la grabación y que por consiguiente su coro angelical, no lo era tanto.


Debo decir que lo que siempre me ha sorprendido de los grillos es su capacidad para cantar sin cesar, de noche, de día, con un estribillo –si así puede llamarse en el lenguaje de los grillos- que sólo es de ellos.

Como sólo es del pingüino macho el silbido que le permite a la pingüino encontrar a su pareja y a su crío, entre cientos.

Lo que importa, a mi parecer, es que mientras los grillos hacen música, y los pingüinos silbidos, y los pájaros trinos, nosotros hacemos guerras.

Y que de nada nos ha servido la tonalidad angelical de nuestros coros humanos porque con ellos no hemos podido ni salvar el mundo ni detener los disparos ni consolar la muerte dirigida y atroz.

Pero ¿quién habrá de determinar lo que es angelical o no, lo que es musical, armonioso o no? David Rothenberg, filósofo y músico, autor de Por qué cantan los pájaros, afirma que cuando los animales cantan están acudiendo a algo parecido a lo que nosotros llamamos música.

Y para demostrarlo realizó un experimento similar con el canto del zorzalito rojizo y he aquí los resultados:


También Oliver Messiaen en su Catálogo de Pájaros puso de manifiesto esa musicalidad del canto de los pájaros. Y también ese maestro que es Antonio Vivaldi, por sólo mencionar algunos. Schumann nos habla del pájaro como un profeta. Pau Casals nos entrega ese canto con una belleza majestuosa.

¿A quién pertenece la música? A todo ser que vive. Es la manera como se  expresa la energía. Salvo que somos sordos.

Por ello me quedo con el sonido grillal de los grillos, con su armónica monotonía, con su apasionada búsqueda del amor de su especie, que me recuerda cada noche cuán distante está del sonido que los humanos tanto les gusta poner a andar en las balas disparadas una tras otra, en la intermitente muerte que decretan las ametralladoras, o en el fogonazo roto de los tiros de gracia con los que se concluye la orquestación de los fusilados.

Me quedo con la sonoridad de los grillos, tan musical como el canon de Pachelbel o la Ofrenda Musical de Juan Sebastián, sin subir ni bajar velocidad alguna, sino con la frecuencia con la cual los escuchamos cuando decidimos dejar de ser sordos.

texto y foto
mery sananes
09 de marzo del 2014


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