miércoles, agosto 18, 2021

EL ABRAZO



 
EL ABRAZO
Para Óscar González
quien le obsequió a
estos espacios
la magia sin fin de
los abrazos
 
Ningún sol
irradiará  jamás
la luz ni la magia
contenida en
un abrazo
OG
  

Lenguaje del árbol
que el hombre aún no
aprende
 
Sabiduría del tallo
bajo la sombra de
su propia corteza
 
Corazón de flor
ataviada de sol
 
Secreta claridad de
la aurora cincelando
amaneceres
 
Urdimbre de ala
esparciendo rocío
sobre las crestas
del trino
 
Temblor de sístole
danzando en el
suspiro del viento
 
Recinto de lágrima
 en el andén de
los párpados
 
Boquete de risa
en el entramado de
un beso
 
Desmesura del
espíritu buscando
cobijo en el alma
del otro que nos
habita
 
Cálido refugio 
del amor que persiste
después que uno
se ha ido

Gorjeo de una flauta
en el paladar de 
la alegría
 
 


texto y fotos
 mery sananes
19 de agosto del 2021
 

 
 C. P. E.  Bach
Solo Flute in A minor 
Jean Pierre Rampal



9 comentarios:

A chuisle dijo...


Es lo más bello que he escuchado (porque resuena en mis oídos) de siempre, hasta ahora. Un saludo querida Mery.

Óscar González dijo...

Gracias, querida Mery. Siempre fue el abrazo, en mi caso, mucho más allá de las fórmulas de cortesía. Seguirá siendo, para mí, un gesto nacido de la elementalidad sentimental del corazón, pero, desde hoy, será una realidad escandida con el tono y la hondura de tus versos.
Gracias por este regalo, de los más hermosos que pueda recibir un ser humano.

Administrador dijo...

Esas honduras intenté rescatar Óscar, llevada precisamente por esa concepción tuya de un gesto tan arraigado y común como lo es el abrazo, que en su ejecución termina perdiendo su belleza, su esencia, para hacerse costumbre, hábito. Pero –como tú bien lo has apuntado cuando lo trajiste no como un final sino más bien como un principio, advertimos la magia que adquiere cuando se transforma en “un gesto nacido de la elementalidad sentimental del corazón”. Y no es poca cosa.

Uno piensa en el niño estrujándose en el pecho de la madre y su abrazo para cubrirlo por entero. El abrazo de las despedidas que se tornan eternos. El abrazo de los enamorados tallados en zumo de miel y jengibre, mientras dura el amor. El abrazo del reencuentro con el ausente. El abrazo de la celebración de la vida, aún en medio de la devastación. Todos ellos llevan esa carga de la elementalidad sentimental del corazón” que cuántas veces se pierde para dejar espacio a una palabra vacía, un gesto aprendido, una costumbre que desaparece tan pronto concluye.

El verdadero abrazo, el que siempre deberíamos cultivar, es precisamente el que se queda cuando uno se marcha. El que sigue encendiendo sus fulgores aunque se esté ausente. El que lleva la carga afectiva de lo que une uno a otro. ¿Podríamos imaginarnos acaso lo que sería un mundo construido sobre abrazos así?

Al ingresar a estos espacios compartidos lo hiciste concluyendo con ese abrazo tuyo, que todos sintieron suyos. Y de pronto todos comenzamos a sentirlo como una verdadera proeza del espíritu, que no una convención social. Y el abrazo entonces comenzó a contener una dimensión que nos hacía y hace mejores.

De allí nació este poema para ti, Oscar. Y al advertir que ese verdadero abrazo pertenece por esencia al lenguaje de la naturaleza, al alfabeto del pájaro, a las estaciones de la luna, al movimiento de la tierra, al fluir de los ríos mientras moldean con amor las piedras que cantan en su interior. Y en todo lo demás que nos detengamos a observar. Y gracias te damos por este despertar que hace resucitar lo mejor que llevamos dentro. Y que es, sin duda, el corazón mismo de la poesía.

Luis Alejandro Contreras dijo...

La alegría resplandece en el paladar del cielo...
Así es, eso es regalar...
Un abrazo, querida Mery.

Pepi Bobis Reinoso dijo...

Mery querida, el frescor de estos versos anuncian una buena mañana.
Un abrazo.

Silvia Helena Failache dijo...

Muy hermoso. Gracias por compartir amiga

Malvi Monzon dijo...

Que hermosa

Ulina Fadul dijo...

Maravilloso poema, Mery querida!

A chuisle dijo...

Desde ahora se ha decretado, por acuerdo universal, que los abrazos tienen el nombre de un gentil hombre.