UNA CARTA PARA
ANAHILMA
SÁNCHEZ LÁRES
Mi querida y amada amiga
A esta hora siento una profunda necesidad de hablar contigo para hacerte
un comentario relacionado con mi ausencia en el acto final de tu existencia
material. Estoy seguro que sentiste mi inmenso querer estar presente y mi
propia estadía espiritual a tu lado, hablando sobre el normal trance que vivías
y volviendo sobre el balance de tu larga estadía en esta dimensión. Y también sentí
que sabías que en mi caso específico tuve uno de esos obstáculos de nuestra
dura cotidianidad, pero que nada me impidió estar contigo, como lo hemos hecho
desde que nos conocemos y acercamos espiritualmente y para siempre.
Y te digo, Anahilma, el balance que haces de tu andar se queda muy corto
al mirarlo frente a la realidad. Y aunque tú no lo digas, sabemos que te cuesta
mucho hablar de tu propio hacer y de tu condición de sembradora de porvenires y
huellas con la condición de permanencia. Nadie puede negar que ese es el centro
de tu obra: trabajar, actuar para contribuir a la formación de quienes se ponen
a tu frente en busca de una orientación para ubicarse en el camino del andar
creador, festivo y de futuro.
Cómo no advertir entonces que este es un escenario precedido por una mentalidad del mañana que hace del aporte para la verdadera búsqueda del vivir la primera misión de tu labor de educadora. Y en este sentido eres reconocida por tus directos alumnos y los que también han recibido tus huellas contentivas del buen decir, de la buena y clara expresión que apunte hacia la lucha inevitable por alcanzar el pleno vivir. Ese es tu norte, tu afán: ayudar al otro, al que viene y que tendrá que estar al frente de muchas responsabilidades.
Por eso decía en horas recientes, hablando de tu persona con amigos
comunes de nuestra Cátedra ‘Pío Tamayo’, que conseguir sembradores de huellas
de tu altura y dimensión no es tarea inmediata y cotidiana. Este oficio nace en el alma
de la sensibilidad de caminantes del privilegio en marcha hacia el más inmenso
porvenir. Tu eres así una gigante del hacer que ve nacer mañanas de creación y
amor en vidas rotundas, inmensas y de verdad libres.
Anahilma, es tal tu poder creador, tu condición de sembradora de valores
para pelear por un justo y verdadero vivir, que dejas marcas imborrables en
todos los que hemos tenido la suerte de conocerte y estar a tu lado aunque sea
en forma momentánea. Pero tiempo suficiente para recibir tu trascendente
mensaje que nos lleve a sentir, andar, pensar y accionar en base a tu trazado, tu
ruta en sueño de vida, amores y espíritu de libertad, que nos impulse hacia el
logro de una auténtica realización de humanidad.
Anahilma, es cierto que no estuve presente físicamente en el acto del
adiós a tu corporalidad. Pero estuve a tu lado, en comunicación contigo, y
recibiendo tus enseñanzas del significado del trance natural conocido como
muerte, o final de un andar con pasos en tierra.
No se puede olvidar, sin embargo, que ese proceso no actúa para quien
dejó huellas sembradas en todos los senderos de su andar. Por eso, mi querida y
amada maestra de magias, vida, creación y amor, estamos y estaremos contigo por
siempre.
Agustín Blanco Muñoz Palabras que no fueronescuchadas en el acto
velatorio delos restos de Anahilma
el 10-05-23en el Cementerio del
Este
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